Vida analógica

Me levanto con la alarma de mi despertador a pilas. Desayunando, escucho las noticias de la mañana en la radio enchufada a la luz. Voy en bicicleta al trabajo, sin teléfono móvil, sin auriculares en los oídos, simplemente dando pedales; a veces me acompaña el canto de los pájaros por la calle, y siempre el sonido de la ciudad, que va despertando al clarear el día. En el trabajo, apenas se percibe de fondo Radio Clásica, y a lo largo del día leo el periódico comprado esa misma mañana, no por completo, pero sí lo que más me interesa o llama la atención, sin discriminación de secciones; todo pued...

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Me levanto con la alarma de mi despertador a pilas. Desayunando, escucho las noticias de la mañana en la radio enchufada a la luz. Voy en bicicleta al trabajo, sin teléfono móvil, sin auriculares en los oídos, simplemente dando pedales; a veces me acompaña el canto de los pájaros por la calle, y siempre el sonido de la ciudad, que va despertando al clarear el día. En el trabajo, apenas se percibe de fondo Radio Clásica, y a lo largo del día leo el periódico comprado esa misma mañana, no por completo, pero sí lo que más me interesa o llama la atención, sin discriminación de secciones; todo puede ser interesante. Mi mujer me dice que estoy convirtiéndome en una antigualla, que para qué me regalaron ella y mis hijas un smartphone si lo tengo siempre apagado. Yo le digo que soy feliz así, que qué necesidad tengo yo de estar conectado todo el día a un aparato.

José Vicente Rodríguez Conejo

Monforte de Lemos (Lugo)

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