Turismo de garrafón
Las despedidas de soltero en ciudad ajena son relativamente recientes. Hacer turismo y, sobre todo, la libertad que concede el anonimato parecen subyacer en la eclosión de este fenómeno. Se trata de desmadrarse en plan película americana, pero fuera de tu pueblo, dando rienda suelta al paleto que se lleva dentro. Un turismo de garrafón y sin personalidad que se extiende como una mancha de aceite, pero que suscita cada vez más rechazo, sobre todo entre las infortunadas ciudades elegidas como sede de sus vulgares cabalgatas etílicas. Lo malo de esta colonización voraz es que el vecindario local,...
Las despedidas de soltero en ciudad ajena son relativamente recientes. Hacer turismo y, sobre todo, la libertad que concede el anonimato parecen subyacer en la eclosión de este fenómeno. Se trata de desmadrarse en plan película americana, pero fuera de tu pueblo, dando rienda suelta al paleto que se lleva dentro. Un turismo de garrafón y sin personalidad que se extiende como una mancha de aceite, pero que suscita cada vez más rechazo, sobre todo entre las infortunadas ciudades elegidas como sede de sus vulgares cabalgatas etílicas. Lo malo de esta colonización voraz es que el vecindario local, como le ocurre al cangrejo autóctono por la irrupción del americano, acabará desapareciendo de la calle convertida ahora en un repentino parque temático de borracheras y espectáculos erótico-escatológicos.— Gonzalo de Miguel Renedo. La Rioja.