Cartas al director

El Retiro está triste

Cuatro días lleva cerrado el parque del Retiro y me parece una eternidad. Miro por entre las vallas, mientras acaricio sus muros como si fuera un animal herido, buscando el refrescante gozo que me producen sus paseos diarios. Pero ahora lo que veo no es gozo sino silencio y tristeza. Veo los paseos solitarios, los bancos vacíos. Veo lánguidas florecillas y absoluto silencio, un terrorífico silencio que lo invade todo y enmudece hasta a los pájarillos que no se atreven ni a piar. Acerco el oído a la valla y no escucho ni a los petirrojos ni a los carboneros, no escucho ni gritos ni carcajadas d...

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Cuatro días lleva cerrado el parque del Retiro y me parece una eternidad. Miro por entre las vallas, mientras acaricio sus muros como si fuera un animal herido, buscando el refrescante gozo que me producen sus paseos diarios. Pero ahora lo que veo no es gozo sino silencio y tristeza. Veo los paseos solitarios, los bancos vacíos. Veo lánguidas florecillas y absoluto silencio, un terrorífico silencio que lo invade todo y enmudece hasta a los pájarillos que no se atreven ni a piar. Acerco el oído a la valla y no escucho ni a los petirrojos ni a los carboneros, no escucho ni gritos ni carcajadas de niños mientras juegan, no escucho ni el viento que parece avergonzado. Es como si el propio parque estuviera de luto por la tragedia. Es como si mi querido parque estuviera triste y apenado.— Joaquín Fernández Sánchez. Pozorrubio de Santiago (Cuenca).

 

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