Cartas al director

Ángeles perrunos

Cada vez que entro en casa, los que más se alegran de verme, a pesar de su terrorífica vida pasada, son los dos galgos de la familia. Ellos son los que nunca están de mal humor, los más nobles, los más silenciosos, los más inquebrantablemente fieles, los más cariñosos.

Cada vez que llega el mes de febrero, al acabar la temporada de caza, multitud de seres encantadores como ellos —hasta 50.000, según las protectoras de animales— son abandonados en España, condenados a la soledad, al miedo y a la supervivencia más precaria. Ponga un galgo en su vida y tendrá un ser maravilloso junto a ust...

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Cada vez que entro en casa, los que más se alegran de verme, a pesar de su terrorífica vida pasada, son los dos galgos de la familia. Ellos son los que nunca están de mal humor, los más nobles, los más silenciosos, los más inquebrantablemente fieles, los más cariñosos.

Cada vez que llega el mes de febrero, al acabar la temporada de caza, multitud de seres encantadores como ellos —hasta 50.000, según las protectoras de animales— son abandonados en España, condenados a la soledad, al miedo y a la supervivencia más precaria. Ponga un galgo en su vida y tendrá un ser maravilloso junto a usted.— Fernando Valiño García. Madrid.

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