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Los que lucharon contra ETA

Ciudadanos corrientes, víctimas del terrorismo, intelectuales y políticos plantaron cara a ETA durante los años de plomo

Roberto Lertxundi, médico, fue secretario general en 1979 del Partido Comunista de Euskadi (PCE), que participó, ese año, en la primera manifestación contra el terrorismo en democracia, celebrada en Portugalete.FERNANDO DOMINGO-ALDAMA
El 13 de abril de 1986, en unas jornadas sobre prensa y terrorismo en San Sebastián, una joven de 24 años tomó la palabra como víctima —su padre había sido asesinado tres años antes— y reclamó un espacio. Era insólito. Se llamaba Cristina Cuesta (en la image). En la mesa estaba el entonces director de EL PAÍS, Juan Luis Cebrián. Pidió que la entrevistaran y pocos días después Mercedes Milá la llevó al programa que presentaba en TVE. Cuesta anunció su sueño de crear una asociación por la paz. Recibió 3.000 cartas y seleccionó a 22 gipuzkoanos para constituir el grupo inicial. El 22 de mayo salieron a la Plaza de Gipuzkoa donostiarra 60 personas para protestar por el asesinato de un policía.Bernardo Pérez
El periodista José María Calleja, de Foro de Ermua y antes en Gesto, narra la evolución: “Cuando protestamos contra ETA con Cristina Cuesta éramos muy pocos. Estaba mal visto. La campaña del lazo azul fue determinante. Preparó el terreno para las grandes movilizaciones contra ETA a partir del asesinato de Miguel Ángel. Fueron claves para acabar con la banda. No es casual que quienes estuvimos contra Franco nos encontramos contra ETA”.Bernardo Pérez
Gentes procedentes de movimientos sociales, cristianos de base o sindicalistas, sin color político, decidieron responder a la “anormalidad” del terrorismo, recuerda Imanol Zubero (en la imagen), uno de los promotores de Gesto por la Paz. “No éramos víctimas del terrorismo. Queríamos denunciar la anormalidad de ETA con una fórmula sencilla: quince minutos de silencio por atentado”.FERNANDO DOMINGO-ALDAMA
27 de mayo de 1980. Primer manifiesto de intelectuales. Lo redactaron el lingüista Koldo Mitxelena, el antropólogo e historiador Julio Caro Baroja y el cantautor Xabier Lete. Lo firmaron 33 intelectuales. Denunciaron el terrorismo y totalitarismo de ETA. Lo coordinó el director de la revista nacionalista Muga, Eugenio Ibarzábal (en la imagen), que sumó a Eduardo Chillida, entre otros.L. RICO
1992. Elkarri. Movimiento social por el diálogo y contra la violencia. A sus fundadores —Jonan Fernández (en la imagen), Bittor Aierdi, Gorka Espiaur, Paul Ríos— les unió el rechazo a la violencia y el diálogo social y político como alternativa. Procedían de entornos distintos: eran miembros de la izquierda abertzale, de movimientos sociales, cristianos de base o no nacionalistas como el exministro Ernest Lluch, asesinado años después por ETA.FERNANDO DOMINGO-ALDAMA
José Antonio Ardanza como lehendakari cuando, en enero de 1988, los partidos vascos, a excepción de Batasuna, firmaron el Pacto de Ajuria Enea, acordando que ETA no tenía justificación y que no se pagaría precio político por su final.Santos Cirilo
Juan Alkorta, un empresario donostiarra autodidacta, fue, a sus 59 años, el primero que plantó cara a ETA. En una carta pública lo argumentó: “Me rebelo ante la idea de tener que pagar para salvar la vida, de ceder al miedo absoluto de morir”.EFE
El 10 de julio de 1997, el socialista Carlos Totorica, (i) alcalde de Ermua (Bizkaia), conoció el secuestro del concejal del PP Miguel Ángel Blanco y se prometió a sí mismo: “¡A ETA no le va a salir gratis!”. Encargó a la Policía Municipal que convocara por megafonía una manifestación, y a las ocho de la tarde buena parte de Ermua salía a la calle. Fue el inicio de una rebelión contra ETA que se extendió a toda España y forzó a Batasuna a refugiarse en sus sedes. En la imagen, Totorica junto a Baltasar Garzón.RAFA RIVAS (AFP)
Julio de 1983. Primer ataque del entorno de ETA a la Librería Lagun, símbolo de la resistencia cultural al totalitarismo. Nació en la Parte Vieja donostiarra en 1968 con María Teresa Castells e Ignacio Latierro c(en la imagen) como promotores. Atacada por los ultras en el franquismo, en julio de 1983 sufrió la primera agresión de ETA tras negarse a secundar un cierre promovido por el entorno etarra después de que un terrorista muriera activando una bomba. El Gobierno civil no envió policías por temor a entrar en la Parte Vieja. Sólo tres comercios de la zona no secundaron el cierre, los mismos que habían cerrado durante el franquismo para protestar contra las condenas a muerte del juicio de Burgos (lo que a Castells le costó un mes de cárcel por no pagar la multa gubernativa).Javier Hernández