Cartas al director

Fiesta del Orgullo

En una sociedad frívola y consumista tiende a confundirse la apariencia con la realidad. La fiesta del Orgullo, más lúdica que otra cosa, poco tiene que ver con las reivindicaciones de antaño. Desgraciadamente, esa apariencia festiva esconde una realidad social que sigue siendo muy discriminatoria. Las agresiones explícitas a personas de una condición sexual diferente continúan produciéndose, otras más sutiles resultan cotidianas concretadas en chistes estúpidos o comentarios ofensivos producto de una sociedad sexista y patriarcal. Existen ciertos ámbitos, poco dados a la evolución cultural, e...

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En una sociedad frívola y consumista tiende a confundirse la apariencia con la realidad. La fiesta del Orgullo, más lúdica que otra cosa, poco tiene que ver con las reivindicaciones de antaño. Desgraciadamente, esa apariencia festiva esconde una realidad social que sigue siendo muy discriminatoria. Las agresiones explícitas a personas de una condición sexual diferente continúan produciéndose, otras más sutiles resultan cotidianas concretadas en chistes estúpidos o comentarios ofensivos producto de una sociedad sexista y patriarcal. Existen ciertos ámbitos, poco dados a la evolución cultural, en los que resulta impensable que una persona del colectivo LGBTQ (me gusta añadir la Q para aquellos que niegan las etiquetas identitarias) pueda desarrollarse con normalidad. Tal vez se confundan ciertos reconocimientos legales, que no dejan de ser ciertas concesiones del poder político, con el auténtico derecho, que es social y consuetudinario.

La lucha por la pluralidad, eminentemente social, continúa.— José María Fernández Paniagua. Madrid.

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