Cartas al director

Silencio sepulcral

Se abren las puertas de los vagones del metro de la Línea 1 de Barcelona dirección Fondo. Son las 7.20 de la mañana y aun con legañas en los ojos los pasajeros parecen estar con los cinco sentidos activados. Los atentados del pasado 22 de marzo en Bruselas han atemorizado a la población y cada vez más el miedo entre los europeos crece de forma ascendente. Entra un hombre de piel más oscura, color café con leche, inmediatamente todas las miradas del vagón se dirigen a él. El hombre baja la cabeza tímidamente. Más tarde dos mujeres tapadas con un velo suben a este mismo metro hablando en árabe, ...

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Se abren las puertas de los vagones del metro de la Línea 1 de Barcelona dirección Fondo. Son las 7.20 de la mañana y aun con legañas en los ojos los pasajeros parecen estar con los cinco sentidos activados. Los atentados del pasado 22 de marzo en Bruselas han atemorizado a la población y cada vez más el miedo entre los europeos crece de forma ascendente. Entra un hombre de piel más oscura, color café con leche, inmediatamente todas las miradas del vagón se dirigen a él. El hombre baja la cabeza tímidamente. Más tarde dos mujeres tapadas con un velo suben a este mismo metro hablando en árabe, las miradas de los pasajeros las hacen callar. Mi trayecto en metro cada vez es más silencioso, intimidante e incómodo. Estamos cayendo en un prejuicio, desde mi punto de vista injusto, hacia aquellas personas que parecen, de entrada, diferentes a nosotros a nivel cultural o de raza.— Marina Márquez.

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