Comer galleta

A muchos asustaba sufrir una campaña electoral como 'House of Cards', llena de terroríficas intrigas. No temáis: la del 20D tiene más influencia de 'Barrio Sésamo'

Parte del elenco de 'Barrio Sésamo'.cordon press

A muchos asustaba sufrir una campaña electoral como House of Cards, llena de terroríficas intrigas. No temáis: la del 20D tiene más influencia de Barrio Sésamo.

Disfrutamos una campaña llena de bailes, canciones y juegos. La cinturita de Soraya, la guitarra de Pablo, y ...

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A muchos asustaba sufrir una campaña electoral como House of Cards, llena de terroríficas intrigas. No temáis: la del 20D tiene más influencia de Barrio Sésamo.

Disfrutamos una campaña llena de bailes, canciones y juegos. La cinturita de Soraya, la guitarra de Pablo, y el futbolín de Mariano llenan de alegría nuestras pantallas y nos hacen gritar "¡Comer galleta!".

Vuelven entrañables personajes, como Pedro Sánchez Espinete, ese erizo tierno y esponjoso. Uno quiere apachurrarlo mientras él descubre el mundo de los valores socialistas (olvidando el detalle de los recortes socialistas). Espinete es mullido por delante, "para darte un abrazo", pero tiene la espalda llena de pinchos.

Pablo Iglesias y Albert Rivera nos deleitan como Epi y Blas. Asisten juntos a los debates, como participantes o público. En Salvados, Iglesias acabó admitiendo: "Si seguimos así, acabaremos postulando juntos". Juraría que oí a Rivera responder: "Si tienes miedo, solo canta una canción".

Pero nada sería lo mismo sin Mariano Rajoy como uno de los marcianitos, esos personajes con aspecto de calcetín que solo hablaban con los electrodomésticos, rechazaban debates, no aclaraban con quien pactarían, y se limitaban a afirmar "no-no-no", "sí-sí-sí".

Barrio Sésamo 20D no ha olvidado su espíritu educativo de siempre. Si antes se afanaba en explicar la diferencia afuera-adentro, esta vez se ha obsesionado en distinguir derecha-izquierda (o un poquito más a la izquierda, o a diez milímetros exactos del centro).

Pensábamos que queríamos un debate de propuestas, pero muchos votos se decidirán por simpatías ideológicas. Incluso personales. Y es que, en algunas cosas, seguimos siendo el público infantil.

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