Tentaciones

Beach House, el grupo que no quería crecer

El dúo de Baltimore actúa en Barcelona y Madrid este fin de semana, intentando equilibrar su creciente popularidad con la naturaleza íntima de su música

En algún momento durante la gira de Bloom, el aclamado cuarto disco de Beach House, Victoria Legrand y Alex Scally empezaron a sentir que los conciertos que estaban llevando a cabo no eran lo que querían. Lo que sonaba en los poderosos equipos de sonidos en festivales y salas con grandes aforos les representaba cada vez menos. Es la paradoja a la que se han tenido que enfrentar grupos como ellos o los británicos The xx: ver cómo su música -pensada para la intimidad, para escuchar con los ojos entornados y transportarse a otro mundo- vivía una inusitada popularidad.

En esa encru...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En algún momento durante la gira de Bloom, el aclamado cuarto disco de Beach House, Victoria Legrand y Alex Scally empezaron a sentir que los conciertos que estaban llevando a cabo no eran lo que querían. Lo que sonaba en los poderosos equipos de sonidos en festivales y salas con grandes aforos les representaba cada vez menos. Es la paradoja a la que se han tenido que enfrentar grupos como ellos o los británicos The xx: ver cómo su música -pensada para la intimidad, para escuchar con los ojos entornados y transportarse a otro mundo- vivía una inusitada popularidad.

En esa encrucijada entre ganar publico o mantener su personalidad intacta, el dúo de Baltimore no tuvo dudas al respecto. “No podemos sentirnos como nosotros mismos si tenemos que tocar en lugares enormes”, explica Scally en un céntrico hotel madrileño. “Así que le dijimos a nuestros agentes de booking que no nos pusiesen en recintos demasiado grandes. Preferimos hacer dos fechas en la misma ciudad”. Eso es justo lo que harán hoy y mañana en Barcelona, escogiendo un lugar como la Sala Apolo durante dos jornadas consecutivas, justo antes de llegar a Madrid, donde harán una pequeña excepción para actuar en La Riviera: “Es una de las pocas salas para 2.000 personas en las que podemos tocar y sentirnos cómodos”, aclara.

Sentados hombro con hombro, el dúo con mejor pelo del dream pop parece haber alcanzado un estado de simbiosis en el que ya es complicado saber donde empieza uno y acaba el otro. Pero, además de conectados, parecen habitar su propio mundo, un universo de ritmo suave y de referencias muy concretas. Por eso mismo, intentar que salgan de su ecosistema resulta complicado. “La música es algo raro sobre lo que hablar, ¿no?”, pregunta Alex en alto. “Sí, total”, refrenda Victoria. “Cada disco es una experiencia totalmente distinta, como tener hijos, pero sin tener hijos”.

Alex Scally: “Pero también, lleva unos nueve meses…”

Victoria Legrand: “Sí, dura unos nueve meses y hay algo de dolor. Pero hay diferencias, como que no tienes que esperar a que pasen 18 años para que se vaya de tu casa”.

"Nosotros no queremos crecer desde el exterior"

A. S: “Sí, no te piden dinero, pero a veces te cuestan bastante”.

V. L: “Es como un hijo del que esperabas que sea capaz de ganar su propio dinero, pero a veces simplemente no hacen nada”.

En este caso, además, Beach House han tenido gemelos. En el momento de esta entrevista, no sabíamos que después de Depression cherry tenían guardado otro álbum completo, Thank You Lucky Stars, que publicaron apenas un mes después del primero. Tanto uno como otro parecen un intento del grupo de abandonar su vertiente más expansiva y regresar a los territorios más despojados de sus primeros discos. Y la decisión ha sido consciente. “Necesitamos tener cierta intimidad para que lo que hacemos funcione”, reconoce Alex. “Cuando tocas en muchos festivales te das cuenta de que eso no tiene nada que ver con tu propia música, que es una energía que es más grande que tú mismo”, prosigue Victoria. “Hay una diferencia entre quién eres realmente y la imagen de ti mismo. No creo que la gente que esté en la última fila pueda disfrutar mucho del concierto. Y nosotros no somos como U2, no somos una banda de himnos. No queremos una canción enorme que sea coreada por 5.000 personas a la vez, ni tampoco que la gente solo quiera escuchar una canción nuestra. Hay un momento en el que quieres cortar todo ese ruido. Y esa es una percepción que ha ido creciendo dentro de nosotros”. La cantante y teclista, nieta del compositor Michel Legrand, lo resume certeramente en una frase: “no queremos crecer desde el exterior”.

Ellos filtran esas referencias exteriores y las adaptan a su propio sistema vital. “Para nosotros no resulta fácil decir en qué lugar estamos”, confiesa Victoria, “porque no formamos parte  del mainstream, obviamente. Creo que habitamos nuestro pequeño mundo propio. Y me siento afortunada por estar entre varios mundos. Todo lo que hacemos es una expresión del momento determinado en el que vivimos. Cada disco es una amalgama de sentimientos y aspiraciones de un momento determinado. Muchos de nuestros instintos son muy poderosos. El título Depression Cherry se nos ocurrió antes que la portada y, cuando estás persiguiendo algo y ves una señal, sigues esa pista. Es como una bola de nieve: luego sigue una textura, un color… Vivimos en un mundo de abstracción extrema”.

Esa es también la razón por la cual no están dispuestos a moverse de Baltimore, la ciudad en la que se formaron y en la que han permanecido desde entonces. “Somos demasiado viejos para mudarnos a otro sitio”, cuenta Legrand. Ninguno de los dos está dispuesto a cambiar su entorno por el de una ciudad mayor. ¿Nueva York?”, pregunta Scally, “Creo que sus pasaron hace tiempo”. “No creo que ahora mismo sea un lugar creativo”, le apoya su compañero de banda. Cuando se les pregunta cómo está superando su ciudad los episodios de violencia policial racista, y las protestas posteriores, se animan tímidamente a salir de su burbuja: “Esperemos que sí, que las cosas mejores allí, que mejoren las condiciones de vida de mucha gente. Los jóvenes han demostrado que tienen una chispa, un fuego dentro, y veremos qué pueden hacer con ello”.

Beach House actúan hoy el 20 y el 21 de noviembre en Barcelona (Sala Apolo), y el 22 en Madrid (La Riviera).

Archivado En