Angela

Merkel se ha convertido en una líder, alguien que no tiene miedo de saltarse las reglas cuando constata que son inútiles e incluso contraproducentes

Ahí la tienen. Discreta pero todopoderosa. Sencilla pero eficaz. Ha ganado tres elecciones. Se ha librado de los liberales y logrado convertir a los socialistas en comparsa. Ha conseguido liderar Europa sin que nadie se atreva a oponerse a ella. Todo pasa por la mesa de su despacho. Nada ocurre sin su consentimiento, nada ocurre con su oposición. En sus manos estuvo la decisión sobre si el euro sobreviviría o si Grecia debía marcharse de la eurozona. Nadie representa mejor que ella lo logrado por la Alemania unificada: 25 años después de la unificación, Berlín es el socio indispensable.
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Ahí la tienen. Discreta pero todopoderosa. Sencilla pero eficaz. Ha ganado tres elecciones. Se ha librado de los liberales y logrado convertir a los socialistas en comparsa. Ha conseguido liderar Europa sin que nadie se atreva a oponerse a ella. Todo pasa por la mesa de su despacho. Nada ocurre sin su consentimiento, nada ocurre con su oposición. En sus manos estuvo la decisión sobre si el euro sobreviviría o si Grecia debía marcharse de la eurozona. Nadie representa mejor que ella lo logrado por la Alemania unificada: 25 años después de la unificación, Berlín es el socio indispensable.

Pero una crisis se ha cruzado en su camino. Es la crisis de los refugiados sirios. Unos dicen que tomó la decisión en términos puramente emocionales, dejándose llevar (por una vez, señalan sus críticos) más por los principios y el sentido de la decencia que por un análisis coste-beneficio. Otros, también críticos, dicen que tomó la decisión con la frialdad que le caracteriza, atendiendo a las necesidades demográficas y laborales de Alemania. Quédense con la versión que prefieran: da igual. El hecho es que, por una vez, Merkel no sólo se saltó las reglas sino que las dinamitó al anunciar que acogería a los refugiados que llegaran a Alemania sin reparar en cuál fuera su país de tránsito. Y frente a las críticas, de Hungría pero también de sus socios bávaros y otros Gobiernos, preocupados por el efecto llamada de sus declaraciones y el auge de los ataques xenófobos, Merkel respondió desafiante: “No voy a disculparme por ofrecer una cara amable en una situación de crisis”, dijo.

Dicen que Merkel se ha vuelto humana. Pero no es eso. En lo que se ha convertido es, por fin, en una líder, alguien que no tiene miedo de saltarse las reglas cuando constata que son inútiles e incluso contraproducentes. Eso le ha granjeado problemas en casa, pues son muchos los que no comparten su visión sobre cómo gestionar esta crisis. Y la ha hecho vulnerable en Europa, pues depende de otros para que su política triunfe. ¿Angela tiene problemas en casa y depende de los demás para lograr sus objetivos? Bienvenida a la realidad @jitorreblanca

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