Editorial

Las paradojas del déficit

Bruselas descubre tarde que España no ha cumplido los objetivos de ajuste

Wolfgang Schauble, ministro alemán de Finanzas, conversa con Pierre Moscovici, comisario económico de la UE.Jasper Juinen (Bloomberg)

La decisión del Gobierno de apresurarse a aprobar los Presupuestos del Estado para 2016 implicaba unas consecuencias que el equipo económico tenía la obligación de prever. Una de ellas, ahora convertida en un problema relativo, es que la Comisión Europea, después de una sonrojante entrada y salida de documentos, desconfíe de que España vaya a cumplir con el objetivo de reducción del déficit, fijado en el 2,8% del PIB el año próximo. Bruselas dice lo que es obvio, que España no cumplirá el objetivo este año (la estimación europea sitúa el déficit en el 4,5% del PIB) ni el próximo (3,5%). Así qu...

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La decisión del Gobierno de apresurarse a aprobar los Presupuestos del Estado para 2016 implicaba unas consecuencias que el equipo económico tenía la obligación de prever. Una de ellas, ahora convertida en un problema relativo, es que la Comisión Europea, después de una sonrojante entrada y salida de documentos, desconfíe de que España vaya a cumplir con el objetivo de reducción del déficit, fijado en el 2,8% del PIB el año próximo. Bruselas dice lo que es obvio, que España no cumplirá el objetivo este año (la estimación europea sitúa el déficit en el 4,5% del PIB) ni el próximo (3,5%). Así que insta a que se realicen los “ajustes necesarios” en la tramitación final de las cuentas públicas y pide una revisión del plan una vez que se haya formado el nuevo Gobierno.

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La situación es paradójica. No es un secreto que el Gobierno no ha cumplido el objetivo de déficit en los tres últimos años y el cuarto tampoco lo hará. El maquillaje de las cuentas era y es evidente (solo hay que observar los descomunales aumentos de ingresos que se contabilizan a finales de cada año o el incremento de la deuda pública), pero la Comisión se hace ahora de nuevas. Se da pues la circunstancia de que el país que más crece de Europa (en torno al 3,3% este año, aunque con tasas trimestrales en fase de desaceleración) y modelo de reformas lo hace a pesar de que incumple los compromisos de déficit, prueba evidente de que las condiciones de estabilidad dependen más de la voluntad europea de sostener el euro que de un ajuste presupuestario.

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Lo que no se cuidó desde Bruselas en tres años ahora tiene escaso remedio o poco margen de corrección. Lo más atinado en estos momentos es que el próximo Gobierno revise el presupuesto elaborado de forma tan apresurada para el año próximo y negocie en Bruselas otras condiciones de estabilidad que impliquen más disponibilidad de gasto social e inversión.

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