El mejor

El 15 de agosto es un gran día. Un día de playa, de verbenas, de fiestas de pueblos, de subir al monte e ir a la playa

Amanecer en la playa de la Barceloneta, Barcelona tras la noche de San Juan.

Quizá no se hayan dado cuenta, no hayan mirado bien el calendario, pero estamos, probablemente, ante el mejor fin de semana del año. El 15 de agosto (y alrededores) es algo así como la Nochevieja del verano, solo que mejor, porque los planes no duran cinco horas escasas con todos apretados en una barra libre a tope (¡y porque no hay que ponerse tacones!). El 15 de agosto es un día de pueblo. Un día de playa. Un gran día.

El 15 de agosto es un día de verbenas, de fiestas de pueblos, de beber codo con codo con los padres y reírse de las primeras borracheras de los hijos. De subir al monte...

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Quizá no se hayan dado cuenta, no hayan mirado bien el calendario, pero estamos, probablemente, ante el mejor fin de semana del año. El 15 de agosto (y alrededores) es algo así como la Nochevieja del verano, solo que mejor, porque los planes no duran cinco horas escasas con todos apretados en una barra libre a tope (¡y porque no hay que ponerse tacones!). El 15 de agosto es un día de pueblo. Un día de playa. Un gran día.

El 15 de agosto es un día de verbenas, de fiestas de pueblos, de beber codo con codo con los padres y reírse de las primeras borracheras de los hijos. De subir al monte y no querer bajar. De adentrarse en el río aunque esté que corte. De reencontrarse con esos amigos con los que siempre se dice que sí, que de este otoño no pasa, que en invierno quedamos.

El 15 de agosto es un día para estar cerca del mar. Para ver los fuegos artificiales de alguna virgen o santo, alguna no-Carmen que se quedó en tierra en julio. Para apretarse con la familia bajo la sombrilla oyendo a los vendedores gritar por la playa “Toooooortas de chocolate”. Eso gritan en la mía, y hay uno, muy graciosillo, que lo acompaña de un “lightttttt”, con risoteo general de las señoras que se echan unas cartas. Un día para comerse todo lo que vendan, y un poco más que llevemos entre todos. Para hacer barbacoa o bajarse un bocata a la orilla del mar y no irse hasta que cale el relente.

El 15 de agosto es un día para que los veranos sean verano. Para que saboreemos, aunque sea por unas horas, esa engañosa, siempre escasa, sensación de descanso, para que se volatilicen obsesiones y angustias y notemos que este viernes queda muy lejos, que el lunes no existe. Que el sol va a brillar todo el invierno. ¿Qué era eso del invierno?

Si este 15 de agosto no están en un pueblo o una playa, o en una boda achuchando a algún amigo querido, o en una piscina al fresco rodeado de los suyos, esperemos que sea porque así lo han querido y haya, ojalá, un plan mejor. Porque esta es la Nochevieja del verano, y vivir es festejar.

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