Cartas al director

Guatemala, 34 años de impunidad

Lo recuerdo de manera caótica: la toma de la Embajada española en Guatemala, las negociaciones, el asalto sorpresa y posterior incendio de aquel territorio español por las Fuerzas de Seguridad guatemaltecas y la muerte de 36 personas. Según afirmaba el embajador Máximo Cajal en el diario EL PAÍS de aquellas fechas, “los ocupantes, que tenían tres o cuatro pistolas, estaban dispuestos a salir y marchar hasta la Universidad de San Carlos acompañados por mí, el presidente de la Cruz Roja y algunos periodistas. Durante las horas de la ocupación hasta que intervinieron las autoridades guatemaltecas...

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Lo recuerdo de manera caótica: la toma de la Embajada española en Guatemala, las negociaciones, el asalto sorpresa y posterior incendio de aquel territorio español por las Fuerzas de Seguridad guatemaltecas y la muerte de 36 personas. Según afirmaba el embajador Máximo Cajal en el diario EL PAÍS de aquellas fechas, “los ocupantes, que tenían tres o cuatro pistolas, estaban dispuestos a salir y marchar hasta la Universidad de San Carlos acompañados por mí, el presidente de la Cruz Roja y algunos periodistas. Durante las horas de la ocupación hasta que intervinieron las autoridades guatemaltecas, los campesinos habían adoptado una actitud pacífica, mostrando desde el recinto diplomático grandes pancartas en las que expresaban sus reivindicaciones”.

El único superviviente al asalto, aparte del embajador, tuvo una muerte aún más deleznable, ya que al día siguiente fue secuestrado del hospital, torturado, ejecutado extrajudicialmente y su cuerpo hallado, sin duda como amenaza, en las inmediaciones de la Universidad Nacional y Autónoma de San Carlos, la más combativa contra el horror militar en aquella época. Tres décadas largas después se enjuicia en Guatemala al único detenido por esa masacre negando la posibilidad de una justicia expedita. Sus autores, directos e intelectuales, gozan de una vida en libertad que cercenaron a sus víctimas, 3 españolas y 33 guatemaltecas, con sabor a impunidad. Esperemos que el juicio exponga al mundo y a los guatemaltecos la barbarie de las dictaduras en cualquier parte del mundo.— Luis Peraza Parga. Kansas City, Misuri, EE UU.

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