Cartas al director

Mi adiós a la Unión Deportiva Salamanca

El 18 de junio de 2013 fue un día triste. El club de la provincia de mi familia, aquel al que desde la distancia apoyaba y al que todas las temporadas iba a ver alguna vez, ha desaparecido. Así de simple. Parece que ese día nunca va a llegar, pero al final lo hace. El vacío que queda es enorme.

Pienso especialmente en aquel aficionado que hasta hoy, incluso en 2ªB, ha ido acompañando junto con otros muchos a su único club por toda la geografía, protagonizando desplazamientos incluso mayores que los de muchos equipos de Primera, bajo un sentimiento común imposible de expresar con palabra...

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El 18 de junio de 2013 fue un día triste. El club de la provincia de mi familia, aquel al que desde la distancia apoyaba y al que todas las temporadas iba a ver alguna vez, ha desaparecido. Así de simple. Parece que ese día nunca va a llegar, pero al final lo hace. El vacío que queda es enorme.

Pienso especialmente en aquel aficionado que hasta hoy, incluso en 2ªB, ha ido acompañando junto con otros muchos a su único club por toda la geografía, protagonizando desplazamientos incluso mayores que los de muchos equipos de Primera, bajo un sentimiento común imposible de expresar con palabras.

Porque su historia lo justifica, porque su afición se merece un respeto, y sobre todo, porque hablamos de sentimientos, quiero agradecer el tratamiento que en la web de este diario se ha dado a la desaparición de la Unión Deportiva Salamanca.

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Existe fútbol más allá del Madrid y Barça. Sin embargo, continuando por la senda de los últimos años, esto acabará por dejar de ser una realidad. Para entonces, nuestra sociedad será más pobre, y el fútbol habrá perdido su esencia y sentido. El fútbol no será fútbol.— ¡Hala Unión!—. Sergio Bravo.

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