Cartas al director

Nuestro sistema electoral

Leyendo el artículo de Alberto Penadés —publicado en esta sección el pasado miércoles— acerca de nuestro sistema electoral, sacamos la conclusión de que este es prácticamente inmejorable, ya que todo lo que sea mejorar la proporcionalidad sería contribuir a la fragmentación y consecuentemente a la ingobernabilidad. Pero sigo preguntándome por qué si la ideología de la ciudadanía es plural y consecuentemente fragmentada, el Parlamento tiene que ser preferiblemente bipartidista o mejor aún monopartidista, que da más estabilidad.

¿Por qué esa “manía” de que el Parlamento no refleje fielmen...

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Leyendo el artículo de Alberto Penadés —publicado en esta sección el pasado miércoles— acerca de nuestro sistema electoral, sacamos la conclusión de que este es prácticamente inmejorable, ya que todo lo que sea mejorar la proporcionalidad sería contribuir a la fragmentación y consecuentemente a la ingobernabilidad. Pero sigo preguntándome por qué si la ideología de la ciudadanía es plural y consecuentemente fragmentada, el Parlamento tiene que ser preferiblemente bipartidista o mejor aún monopartidista, que da más estabilidad.

¿Por qué esa “manía” de que el Parlamento no refleje fielmente el voto de la gente? A lo mejor tenemos miedo a que el Parlamento sea un fiel reflejo de la sociedad y hay que enmendar la opinión de la calle con un nuevo despotismo ilustrado basado en el clásico “todo por el pueblo, pero sin el pueblo” no vaya a ser que este pueda tener sus propias ideas. Pues nada, que siga viviendo la timocracia entonces.— Alfredo Sánchez.

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