Cartas al director

Una Constitución del pasado

La celebración de nuestra Constitución se hace solo desde la melancolía y en tributo a los servicios prestados, que no han sido pocos. O sea, celebramos el recuerdo, el pasado, pero nos es imposible celebrarla en el presente y el futuro. Imposible por muchas cosas de las que carece y que necesitamos: que contenga la Unión Europea, que se actualice con las nuevas tecnologías y las redes sociales, que se clarifique con las sentencias de constitucionalidad de leyes que no estaba claro si cabían en ella, que contenga la sucesión al trono al margen del sexo del heredero, y esto por hablar solo de r...

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La celebración de nuestra Constitución se hace solo desde la melancolía y en tributo a los servicios prestados, que no han sido pocos. O sea, celebramos el recuerdo, el pasado, pero nos es imposible celebrarla en el presente y el futuro. Imposible por muchas cosas de las que carece y que necesitamos: que contenga la Unión Europea, que se actualice con las nuevas tecnologías y las redes sociales, que se clarifique con las sentencias de constitucionalidad de leyes que no estaba claro si cabían en ella, que contenga la sucesión al trono al margen del sexo del heredero, y esto por hablar solo de reformas que son obligadas porque su ausencia hace que esta Constitución sea inconstitucional, lo cual es surrealista.

Pero también necesitamos que regule los referendos populares, el déficit público de las instituciones, la posibilidad de las reformas del modelo de Estado, que garantice que los aspectos nucleares de la convivencia no pueda cambiarlos un solo partido, que establezca que las comisiones de investigación no queden dominadas por las mayorías parlamentarias, o que suprima la inviolabilidad penal del jefe del Estado. Por favor, nada es eterno. No tengamos miedo a cambiar porque nos estaremos negando evolucionar.— Dionisio Rodríguez Castro

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