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El viajero astuto
Por Isidoro Merino

Bueno para comer. Recetas con roedores

Tras los entrantes de larvas y el sorbete de grillos, pasamos a viandas con más enjundia: los vertebrados. Con huesecillos para rebañar.



"Primero, cácese la liebre...". La cita, atribuida a la cocinera inglesa Hannah Glasse, autora de El arte de cocinar (1747) explica muchos enigmas de la alimentación humana. Si hay liebre, se come liebre; si no hay liebre, siempre nos quedará Micifuz (o Zapirón). ...

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Tras los entrantes de larvas y el sorbete de grillos, pasamos a viandas con más enjundia: los vertebrados. Con huesecillos para rebañar.

"Primero, cácese la liebre...". La cita, atribuida a la cocinera inglesa Hannah Glasse, autora de El arte de cocinar (1747) explica muchos enigmas de la alimentación humana. Si hay liebre, se come liebre; si no hay liebre, siempre nos quedará Micifuz (o Zapirón).

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Mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces dan mucho juego a la hora de poner la mesa. Como apunta el antropólogo Marvin Harris en Bueno para comer. Enigmas de alimentación y cultura, los humanos somos omnívoros, como los osos y las cucarachas: “comemos y digerimos toda clase de cosas, desde secreciones rancias de glándulas mamarias a hongos o rocas (o si se prefieren los eufemismos, queso, champiñones y sal) (…) larvas y saltamontes son manjares apreciados en muchísimos sitios, y en cuarenta y dos sociedades distintas las gentes comen ratas”. No hace falta ir lejos para encontrar ejemplos: en España, hasta hace nada, uno de los ingredientes tradicionales de las paellas de la Albufera valenciana era la rata de agua, sustituida después por pollo, conejo o marisco.




Solución al post anterior: los chapulines tienen cinco patas, más la que se os ha quedado entre los dientes.




Comida rica, comida tabú

Lo hindúes no se comen las vacas; los judíos y musulmanes aborrecen el cerdo, y un inglés preferiría comerse a su madre antes que probar un estofado de caballo o de perro. ¿Por qué aceptamos unos alimentos y rechazamos otros? Según Harris, el que una cultura determinada se incline por ciertas fuentes de proteínas (chicha) y rechace otras se basan en una sencilla ecuación: su disponibilidad y el coste que conlleva obtenerlas. ¿Es mejor comerse la vaca, o dejar que produzca leche, queso, mantequilla, yogur? ¿Gallina en pepitoria, o huevos para un año? Hasta el canibalismo, más allá del carácter ritual que adquirió en culturas como la azteca, respondería, según Harris, a razones prácticas: la escasez de proteínas por falta de animales domésticos de buen porte.




Dejando a un lado el materialismo cultural y la antropofagia, que da mucho asco, aquí tenéis el menú de hoy. Que aproveche.

Balut: huevos con embriones de pato, cocinados y servidos con la cáscara. Un manjar en países del Sudeste Asiático como Vietnam, Camboya o Filipinas.

Lutefisk: alimento tradicional en los países escandinavos, donde se elabora con pescado blanco seco (normalmente bacalao) y sosa cáustica. Su preparación dura varios días, en los que el pescado aumenta de volumen y adquiere una consistencia jabonosa.




Hákarl: tiburón peregrino curado y sometido a un largo proceso de fermentación que incluye enterrarlo durante varios meses. Es típico de Islandia, y quienes lo han probado aseguran que despide un fuerte olor a amoniaco. Se suele servir en taquitos con un aguardiente de patata llamado brennivín.

Takifugu, o fugu a secas : el pez globo está considerado una delicia en Japón, a pesar que la tetradotoxina , un potente veneno paralizante, que contienen algunos de sus órganos te puede dejar tieso. Se dice que con ella fabrican en Haití el polvo de zombiusado en el vudú.



Ikezukuri: la obsesión por la frescura del pescado adquiere en Japón tintes sádicos. El ikezukuri es una variedad de sashimi (pescado crudo) que se prepara indistintamente con peces, marisco o moluscos. El cliente elige la pieza viva que más le apetece y el cocinero la filetea con precisión de cirujano de forma que el animal sigue vivito y boqueando mientras te lo comes. Aviso: da mucho yuyu.

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