El puente sobre el río Kwai
El Orient Express ha parado hoy en la estación del puente sobre el río Kwai. Sí, el genuino, el de la película de los silbiditos. Es un puente normal, perdido en un lugar remoto, cerca de la población de Kachannaburi, que no llamaría la atención si no fuera por el trágico papel que jugó en el frente del Pacífico durante la II Guerra Mundial.
Por una cuestión estratégica que es larga de explicar aquí, los japoneses se vieron obligados a construir una línea férrea entre Tailandia y Birmania a través de selvas impenetrables, ríos (entre ellos el Kwai, o Kwae, como se escribe en tailandés), montañas y zonas infectadas de malaria y otras enfermedades. Utilizaron como mano de obra a prisioneros de guerra, sobre todo holandeses, australianos, neozelandeses y británicos, y peones contratados en régimen de semiesclavitud en los países asiáticos que ya habían conquistado. Los ingenieros tenían previsto tardar cinco años en completar los 415 kilómetros de vía férrea entre los dos países, pero al final lo hicieron en solo 16 meses. A costa de matar literalmente de hambre y de esfuerzo a miles de hombres. Se calcula que unas 100.000 personas murieron durante las obras, 26.000 de ellas prisioneros de guerra occidentales. Me impresiona pasear por el cementerio que hay junto al puente, donde están enterrados unos 6.000 de aquellos jóvenes que fueron exterminados de manera ignominiosa por los japoneses. Es el cementerio más visitado y se ha convertido en una de las atracciones turísticas de la provincia de Kachannaburi, pero por desgracia no es el único, hay otros 160 como éste a lo largo de toda la vía férrea.