“Es justo reconocer el valor de los empresarios que generan riqueza”
Pere Navarro, delegado especial del Estado en el Consorci de la Zona Franca de Barcelona, describe la creación del Distrito 4.0, llamado a ser una referencia global de la industria 4.0 digital, automatizada y capaz de atraer empresas punteras y talento tecnológico
Empresas privadas egoístas. Empresas públicas ineficientes. Eso dice un cliché que, como toda caricatura, puede tener parte de verdad, pero no hace justicia a la realidad compleja. Pere Navarro, delegado especial del Estado en la empresa pública que gestiona uno de los mayores polígonos industriales del país, no solo cuestiona esa humana tendencia al prejuicio, además llama a sustituirla precisamente por la alianza público-privada para enfrentar unos retos de tal calibre que, incluso así, con todas las fuerzas movilizadas, podría resultar insuficiente.
No propone una teoría, sino la práctica del propio Consorci. Desde una gestión rodada durante años y la rentabilidad segura de un polígono privilegiado por entorno industrial y ubicación logística, avanza hacia una transformación total: la Zona Franca como un gran centro global de la industria 4.0, donde confluyen la digitalización, la automatización y la competitividad de la nueva economía. En apenas cinco años, es decir, en plena pandemia y durante la incierta fase de recuperación, ha desarrollado una batería de proyectos en esa línea.
Entre otros, la modernización del SIL (Salón Internacional de la Logística), los foros inéditos e híbridos de BNEW (Barcelona New Economy Week) y BWAW (Barcelona Woman Acceleration Week), dos incubadoras (de impresión 3D, única en Europa, y de logística 4.0), el megaproyecto DFactory Barcelona, un centro de innovación colaborativa entre empresas de industria 4.0 consolidadas, muchas de ellas multinacionales, que pronto cuadriplicará su capacidad y generará 1.500 empleos. Y el Distrito 4.0 que lo engloba todo y completa la transición de la industria tradicional a la de las nuevas tecnologías. Las que generan mercado. Y las que atraen talento como principal recurso económico y social.
Pregunta: Acaba de terminar la quinta edición de BNEW, centrada en tendencias tecnológicas decisivas (aviación, talento, industria digital, movilidad eléctrica, salud…). Sin embargo, con un nuevo récord de asistencia, parece que la automatización no sustituye al contacto humano entre empresarios…
Respuesta: Cuando diseñamos este foro, no pensamos en una feria al uso, ni en un parche contra la pandemia, sino en algo distinto, híbrido para compatibilizar la presencia física con la telemática mediante una plataforma que no existía y desarrollamos desde cero. Después lo hemos organizado en el edificio del DFactory, lo que permite a los participantes entrar en contacto con los laboratorios expertos en los verticales que aborda BNEW. Efectivamente, ese vínculo directo entre profesionales de alto nivel, que toman las decisiones importantes en sus empresas y establecen redes de colaboración, es el objetivo. Se ha consolidado el efecto rebote tras el virus, ya podemos hablar de una tendencia, eso tan humano del contacto físico, de ver y tocar las cosas, de experimentar. Esto refleja a BNEW como un evento vivo, que evoluciona, se adapta, y hoy vemos consolidadas tendencias que ya se proyectaron en la primera edición.
P: Llama la atención que la mayoría de proyectos se hayan desarrollado durante un periodo de enorme incertidumbre económica. ¿Cómo se consigue crecer en ese escenario?
R: Durante ese periodo estuvimos muy cerca de todas las empresas de la Zona Franca, además de las de DFactory y las incubadoras, algo más de 300, y si una cosa nos pareció valiosa fue la actitud, la voluntad de superar unos momentos tan, tan difíciles. Ninguna compañía del polígono industrial tuvo que cerrar. También es básica la calidad de innovación para adaptarse y competir. Todas las empresas de DFactory, por ejemplo, están internacionalizadas y la mayoría desarrollan tecnologías que solo tienen ellas. Hemos entregado premios a startups que se fundaron entonces, en los momentos más duros de la pandemia, y duplican o triplican su crecimiento cada año. Pero existe otro factor clave, y es la base industrial y de conocimiento donde necesita fijarse esa actitud.
P: ¿Esa tradición también debe evolucionar para sobrevivir?
R: Debe evolucionar, pero la experiencia es el sustrato. La Barcelona que atrae compañías punteras como la farmacéutica AstraZeneca, que ha ubicado aquí uno de sus grandes centros globales, tiene los ingredientes, algo así no sucede en mitad de la nada. Y no solo el clima, la gastronomía, la cultura, aunque también cuentan, y mucho. Sobre todo arraiga sobre una economía industrial con muchos años de rodaje, con universidades, centros de investigación, formación profesional conectada con las necesidades económicas y equipamientos. La ciudad es una marca, un polo de atracción de profesionales que ven oportunidades claras de progreso. Por decirlo así, el edificio DFactory puede replicarse en cualquier parte, de hecho, delegaciones de muchos países vienen y se interesan por el modelo, pero lo que no es tan fácil de replicar es el contenido.
Todas las empresas de DFactory están internacionalizadas y la mayoría desarrollan tecnologías que solo tienen ellasPere Navarro, delegado especial del Estado en el Consorci de la Zona Franca de Barcelona (CZFB)
P: ¿Cómo son las empresas que le dan ese contenido? ¿Puede poner algunos casos concretos?
R: Permíteme no dar nombres para no hacer de menos a nadie, todas son punteras en sus sectores. Tenemos desde una multinacional de intralogística a un fabricante de vidrios para trenes de alta velocidad y paneles solares, o una especialista en brazos robóticos muy sofisticados. La central de la primera está en Alemania, la segunda tiene su fábrica en Zaragoza y la tercera, en Dinamarca, pero todas instalan sus centros de innovación aquí, y no en cualquier otro lugar del mundo, aunque podrían.
P: Hace poco se presentó un vehículo eléctrico desarrollado en el Hub…
R: La nueva movilidad es uno de los verticales, con empresas que fabrican vehículos o componentes en 3D, lo que además conecta con el ADN automovilístico de la Zona Franca. Aquí se fabricó el primer Seat hace 70 años y esa compañía aún ocupa 400.000 metros cuadrados de instalaciones. En la parcela que dejó Nissan ahora trabaja Silence, también fabricante de vehículos eléctricos. Ebro EV-Motors, que recupera esa marca española histórica, ha firmado un acuerdo con la china Chery y la inmologística Goodman. Así que conservamos esa base industrial en un emplazamiento logístico privilegiado, pero en transición hacia la nueva automoción y la logística tecnológica, de valor añadido.
P: Acaban de anunciar que pronto se ampliará DFactory…
R: La primera fase tiene 17.000 metros cuadrados y con la segunda alcanzaremos unos 100.000, van a formar un campus, un entorno arquitectónico y urbanístico diseñado para la cooperación entre empresas. No se encierran en cubículos, sino que comparten espacios y recursos tecnológicos, se lanzan retos unas a otras para innovar, mejorar sus porfolios, aumentar facturación y por lo tanto crear trabajo de calidad, que como empresa pública es lo que nos pone contentos y nos interesa. Lo vamos a hacer deprisa porque las empresas necesitan más espacio y no queremos que se vayan a otro sitio, ni nosotros ni ellas.
P: ¿De qué plazos estamos hablando?
R: El primer edificio, más complicado estructuralmente, se construyó en un año y medio, la segunda fase podría tardar incluso menos de un año. Concluidas las licitaciones, creo que a primeros de 2025 empezaremos a urbanizar el entorno y a construir los primeros edificios de la segunda fase.
P: ¿Cómo se integrará ese campus en lo que llaman proyecto de proyectos, el Distrito 4.0?
R: Es una visión de transformación integral en infraestructuras y contenido. Hace años ya se desplegó un proyecto de modernización, el 22@, que necesitó un plan urbanístico, algunos cambios de uso… Pero ya tenemos todo eso. El proyecto está en marcha porque, cuando una empresa cumple su contrato y deja el polígono, la sustituye otra, pero con las características que buscamos para convertir la Zona Franca en un Distrito 4.0 total, de toda la región metropolitana y como referencia mundial en industria 4.0, con DFactory como gran centro de innovación. Si muchas empresas vienen porque otras ya están instaladas, para beneficiarse del ecosistema, imaginemos un imán de proyectos y talento con seis millones de metros cuadrados.
P: Ha mencionado la palabra clave. Algunos expertos en recursos humanos ya avanzan que el déficit de talento tecnológico será endémico… ¿Comparte esa proyección?
R: No he oído a ninguna empresa con un buen proyecto quejarse de que no ha respondido nadie a una ronda de inversión. En el mundo hay dinero, fondos no especulativos que buscan algo seguro y con un rendimiento razonable. Pero lo que no abunda es el talento. Por eso proyectamos Distrito 4.0, para que ese tipo de proyectos empresariales lo atraiga. Colaboramos con todo el ecosistema de universidades y centros formativos, que en Barcelona es muy dinámico y procura adaptarse a unas necesidades económicas que, no lo olvidemos, cambian a una velocidad nunca vista. Lo importante es reducir esa brecha todo lo posible, planificar a largo plazo. Por ejemplo, nuestro programa Feel the ZF Power trae colegios para despertar vocaciones, sobre todo entre las niñas, por la ingeniería y la industria. Lo sé, es una pequeña semilla, pero necesaria. Y después necesitamos unas condiciones laborales capaces de atraer y retener, porque hoy, sobre todo en profesionales muy especializados, quienes ponen las condiciones son ellos, no las empresas.
En el mundo hay dinero, fondos no especulativos que buscan algo seguro y con un rendimiento razonable. Pero lo que no abunda es el talentoPere Navarro, delegado especial del Estado en el Consorci de la Zona Franca de Barcelona (CZFB)
P: ¿Y qué condiciones hay que ofrecerles?
R: Buscan un propósito que les llene en lo personal más allá de lo profesional, con una utilidad social que contribuya a solucionar los grandes problemas que enfrentamos. Retos profesionales estimulantes para crecer, conciliación, integrarse en equipos humanos donde se sientan cómodos, y un entorno de vida acogedor, una experiencia vital positiva. Barcelona ofrece mucho de eso, pero también hay problemas serios como la escasez de vivienda. Ya contribuimos en la medida de nuestras posibilidades, hemos cedido terrenos al Ayuntamiento, con derecho de superficie por 75 años, y el compromiso de construir 2.000 viviendas para alquileres con algún tipo de protección. Renunciamos a la rentabilidad que podría darnos ese terreno, pero merece la pena porque puede revertir, precisamente, en atraer el talento que necesitamos para la transformación industrial.
P: Viendo lo que se ha hecho hacia ese objetivo, ¿no ha empezado con la propia transformación del Consorci?
R: Lo principal es que somos una empresa pública y nuestra razón de ser es el servicio público. Tenemos unos ingresos garantizados, casi el 100% de ocupación del polígono, pero eso hoy no basta. Tantos cambios acelerados exigen esa transformación industrial que necesitan la región metropolitana y todo el país. La responsabilidad de servicio público necesita además un espíritu inquieto, es cierto, y una visión amplia. Y todo sea dicho, además nos gusta hacer cosas. Tenemos por ejemplo una directora general, Blanca Sorigué, que no para, varios proyectos son idea directa suya. Es la vicepresidenta de la Asociación Mundial de las Zonas Francas, estamos en la Junta de la de las Américas, participamos en el congreso de las africanas. Somos una referencia y a la vez aprendemos mucho de esa relación internacional para ver por dónde evoluciona el mundo. Hemos desarrollado muchas ideas en poco tiempo, y tenemos otras muchas que no puedo avanzar, no porque sean secretos, es que aún estamos dándoles forma.
P: Está describiendo las características de un empresario… ¿El Consorci es una empresa pública que acelera empresas privadas? ¿Quizá hace falta más reconocimiento a los emprendedores?
R: Creo que existen dos tipos de empresarios, los especuladores, que buscan hacer dinero rápido, y los que crean riqueza que acaba beneficiando a la sociedad. Nosotros sentimos un gran respeto por estos últimos, y creemos que hay muchos en el conjunto de España. Los conocemos bien, colaboramos estrechamente con ellos, desde grandes compañías que funcionan como locomotoras a otras pequeñas pero muy dinámicas, con una gran capacidad de innovación. Y sí, es justo reconocer a esos empresarios que generan riqueza, se juegan su patrimonio y no siempre les sale bien. Conocemos a muchos que se han arruinado varias veces, que siguen ahí picando piedra y nunca salen en los medios. Lo importante en el mundo que viene es superar esos clichés tan dañinos sobre lo privado y sobre lo público. Necesitamos generar confianza mutua y aliar lo mejor de ambos mundos, porque cuando nos encontramos más allá de los discursos, en proyectos reales, llegamos mucho más lejos. Ante retos del calibre que enfrentamos, esa alianza público-privada es fundamental.