Los errores más comunes de los emprendedores (y cómo solventarlos)

Expectativas poco realistas, ‘amor’ desmesurado por el producto o el servicio, falta de planificación o composición inadecuada de los equipos. ¿Cómo se pueden prever o solucionar los errores más recurrentes a la hora de poner en marcha un negocio?

El 90% de los emprendedores fracasa por una causa obvia, pero casi siempre inevitable: la falta de ingresos en los primeros años.iStock

En el mundo empresarial, entusiasmarse demasiado con una idea tiene un lado bueno y otro malo: “Está el entusiasmo que le pondremos al proyecto, la motivación, lo que creeremos en él”, explica Marta Graño, profesora de OBS Business School y experta en mentorización de proyectos. En cambio, la parte negativa supone una ceguera ante lo crucial, lo que en el ámbito profesional suele equivaler a problemas. “En vez de centrarnos en lo que necesita el cliente, ponemos el foco en nuestro producto o servicio dando por descontado lo maravilloso que es o pensando que se va a vender solo”. Y abunda: “Por muy buena que sea tu idea, necesitas comprobar si se ajusta al usuario o el cliente”.

La solución es sencilla. Esta ceguera se solventa con una prueba preliminar a un grupo de control para dirimir si el producto cubre las necesidades del cliente. “Basta con una escucha activa en la que los potenciales consumidores te digan qué les falta, qué no les gusta y qué cambiarían. A veces es incómodo escucharlo, pero es lo que más ayuda a no aferrarse a un planteamiento equivocado”, destaca esta experta.

Este amor ciego por la idea propia es uno de los errores más frecuentes que cometen los emprendedores. Pero no es el único. A continuación, otros cinco problemas recurrentes y sus posibles soluciones.

1. Tener presente que habrá una ‘travesía por el desierto’

Según los expertos, el 90% de los emprendedores fracasa por una causa obvia, pero casi siempre inevitable: la falta de ingresos en los primeros años. “Al arrancar cualquier proyecto hay que emprender una travesía por el desierto, un periodo que se extiende desde que comienza la aventura empresarial hasta que se alcanzan unos ingresos estables en el tiempo”, indica Graño. Por este motivo y para elegir el método de financiación más adecuado para cada proyecto, el asesoramiento profesional que presta la entidad bancaria es clave para ayudar a los emprendedores a aclarar sus dudas y escoger.

Para Allison Rohe, profesora del área de Entrepreneurship y directora ejecutiva de IE Impact de IE University, este error, a pesar de su recurrencia, no se visibiliza lo suficiente: “Nos cuentan historias de éxito, pero detrás siempre suelen haber algunos fracasos”.

El antídoto es la cautela. “Es recomendable no dejar el trabajo anterior hasta que el nuevo proyecto no esté estabilizado. Es un sobreesfuerzo, pero tirarte a la piscina no es fácil”, retoma Graño. Esta cautela también sirve para rebajar las expectativas en los primeros meses o años. Tener en mente esta situación puede prepararnos logística y financieramente cuando llegue. Como detalla esta experta: “Los primeros meses, y años, son los más complicados. Pasar de cero a un cliente es muy difícil, un esfuerzo titánico. Mucho más que pasar de uno a 10″.

Novedades fiscales para los autónomos en 2023

El emprendedor debe tener en cuenta la reforma del Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA), que entrará en vigor en enero del próximo año. Entre las novedades destaca la aplicación de un nuevo sistema de cotización adaptado a los ingresos.

El principal cambio, destaca Manuel Alegre Nueno, profesor titular de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social de la Universitat de València, que liderará el webinar El reto de ser autónomo, organizado a través de HUB Empresa de Banco Sabadell, consiste en que el autónomo ya no podrá elegir la base de cotización para calcular las cuotas de la Seguridad Social, sino que se determinará en función de los rendimientos netos anuales, es decir, los ingresos que ha recibido después de haber asumido los gastos necesarios para mantener su solvencia y su actividad. “Podrá modificar la base hasta seis veces en un año, en función de su previsión de ingresos”, recalca.

Apúntese al webinar
El reto de ser autónomo, con Manuel Alegre Nueno, profesor titular de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social de la Universitat de València. Organizado a través de HUB Empresa de Banco Sabadell. Cuándo: 22 de noviembre, a las 16.00.

Entre la máxima y la mínima cuota habrá 15 tramos de rendimientos netos y bases de cotización, que irán desde la cuota mínima de 230 euros hasta la máxima de 500 euros, en 2023. Su aplicación será gradual y los importes de estas cuotas irán modificándose —las bajas se reducirán y las altas crecerán— hasta 2025. En una segunda fase, a partir de 2026, la base de cotización se calculará en función del promedio mensual de los rendimientos del autónomo.

 

2. Pensar que el producto o el servicio es para todo el mundo

Este error entronca con la ya mencionada ceguera sobre el producto propio. Consiste en pensar que lo que ofrecemos es para cualquier persona, que cualquiera puede ser un cliente potencial. Es una falta que Graño percibe con frecuencia cuando asesora a emprendedores noveles: “Pregunto: ¿a quién crees que va a interesar tu servicio? Y en muchas ocasiones me contestan que a todo el mundo. Y es imposible gustar a todo el mundo. De hecho, empresarialmente hablando no tiene nada de malo”. No tiene nada de malo porque es esencial tener claro quién va a querer gastar su dinero en el producto. “Hay que definir a la perfección el público objetivo. Si conoces bien al usuario la comunicación será mucho más precisa y será de gran ayuda para conseguir esos primeros clientes. Y enamorar a este target, por muy pequeño que sea, es una maravilla”, añade Graño.

Rohe señala una de las causas de que estemos ofertando algo que el mercado no quiere: “Significa que el emprendedor no ha dado con un problema que valga la pena resolver. Si se detecta una necesidad que merezca ser satisfecha, lo más probable es que el producto funcione”.

3. Componer un equipo inadecuado

Emprender en equipo es fundamental hoy en día. En palabras de Graño: “Necesitamos diversidad de miradas, backgrounds y conocimientos. Ir en modo llanero solitario es complicado”.

Configurar el equipo empresarial es una tarea vital que hay que acometer con pragmatismo: “Solemos tirar de la gente que tenemos alrededor. De quién tiene tiempo, de nuestros afines y/o de nuestros familiares. Pero es muy importante contar con alguien que tenga el mismo compromiso que tú”, alerta Rohe.

La fortaleza del equipo permite afrontar con más garantías los momentos complicados que conlleva un nuevo negocio, entiende Graño: “Hay que poner cierto punto de escepticismo. Vaya muy bien o muy mal, emprender con amigos o familiares puede suponer problemas a nivel personal. Es mejor ser objetivos y buscar los perfiles que necesitas, enriquecedores y que cubran el proyecto, más que la comodidad de conocer a una persona”.

4. Prescindir de un plan de negocio

La principal excusa que ponen los emprendedores para no elaborar un plan de negocio —un documento con las líneas y las estimaciones básicas del proyecto— es que la práctica nunca se ajusta a la teoría. Aun así, coinciden Rohe y Graño, siempre es conveniente hacerlo: “El plan de negocio te obliga a aprender del proyecto, del mercado, a ver qué requerimientos legales necesitas… Aprendes. Es como un máster del sector al que te apuntas antes de empezar”.

Aparte de esta inmersión, el plan de negocio permite marcar objetivos y baremos, como los ingresos y los gastos que esperas en un periodo determinado. “Lo que no mides no lo puedes controlar. Si funcionas por sentimientos te engañas. Una hoja de cálculo no miente: ves las desviaciones con claridad, sobre todo en los ingresos, y tomas acciones correctivas a tiempo”, prosigue Graño.

Rohe señala que este plan también sirve para decidir dónde se deben poner más esfuerzos financieros: “Cuando los emprendedores reciben la financiación, deben tener claro en qué invertir y hacer un buen estudio en consecuencia. De hecho, la oportunidad muchas veces no está en la disrupción, en desarrollar algo completamente nuevo, sino en mejorar soluciones existentes, problemas que ya sabemos que son problemas”.

5. No vigilar los gastos

Sobre los gastos iniciales, los primeros desembolsos en material, alquiler, personal o publicidad, Graño recomienda prudencia: “Vemos casos de endeudamiento temprano por un despacho o unos equipos que realmente no son necesarios. Hay que tener cuidado con asumir gastos elevados desde el minuto cero. Si tienes reservas financieras, perfecto. Si confías en los ingresos, semáforo rojo”.

No es tanto embarcarse en el proyecto con los mínimos gastos posibles, sino hacerlo vigilando de cerca los gastos superfluos o extras. “Esta es la mejor receta. Es sentido común, pero no siempre se aplica cuando emprendemos”, concluye Graño.

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