Cuáles son los requisitos para trabajar en una ‘start-up’
Las empresas emergentes de base tecnológica para crecer necesitan especialistas en ‘marketing’, finanzas y ventas, además de otros perfiles menos habituales como pilotos de drones o jugadores de videojuegos
Las start-ups españolas cobran cada vez más protagonismo en el panorama internacional. Estas pequeñas y medianas empresas (pymes), que se caracterizan por utilizar la innovación tecnológica de forma intensiva y crecer rápidamente, han demostrado su fortaleza al incrementar notablemente la financiación obtenida en la primera mitad de este año. El volumen de inversión alcanzó en el primer semestre 2.057 millones de euros en 394 operaciones, un 27% más que en el mismo período del año pasado, según la Asociación Española de Capital, Crecimiento e Inversión (Ascri). A la hora de captar estas inversiones, el equipo humano es su principal activo, según los expertos. Por ello, para trabajar en una start-up, más allá de cumplir con el perfil que puede requerir una empresa en un determinado momento, se necesitan unas capacidades específicas, como la tolerancia a la incertidumbre, la disposición a aprender algo nuevo y la motivación por formar parte de equipos multidisciplinares.
Desde la Asociación Española de Start-ups (AES) aseguran que, al no poder disponer de los recursos de las grandes compañías, para estas organizaciones el personal es la clave para crecer y acceder a la financiación. Las características básicas que deberán tener sus empleados, independientemente del área de la organización en la que se desenvuelven, serán, entonces, “la tolerancia a la incertidumbre, cierta inquietud y una mente en permanente ebullición”, subrayan. Tampoco estará demás “mostrar una visión global, flexibilidad, capacidad de trabajo en equipo, estrategia y perseverancia”, añaden.
¿Qué perfiles buscan las ‘start-ups’?
En cuanto a los perfiles específicos que cada start-up necesitará en las fases posteriores a su creación, Sara Mateo, consultora de I+D+i de la empresa Zabala Innovation, describe el patrón que suele observar. “En muchas ocasiones nacen lideradas por un grupo de expertos muy cualificados en el ámbito científico y tecnológico, pero con menos conocimientos en el desarrollo del negocio o las actividades comerciales, que son requisitos indispensables para llevar la solución propuesta al mercado”, apunta. De ahí que, para crecer, la organización busque un equipo de profesionales de perfiles complementarios.
Es el caso de Factorial, una start-up que vende a miles de pymes en más de 60 países su herramienta de soporte en la nube para la automatización de la gestión de los recursos humanos. A principios de año su plantilla estaba compuesta por apenas 40 personas, pero 12 meses después contaban con 120 empleados y ahora son 217. “Ofrecemos una solución que no existía en el mercado y para la que hay mucha demanda”, explica su director general, Jordi Romero. Para finales de año, esperan que la plantilla alcance los 400 trabajadores.
Factorial seguirá contratando a ingenieros informáticos para diseñar el producto y hacer programación. No obstante, la empresa está creciendo mucho en los departamentos de marketing y ventas, por lo que busca a “jóvenes formados en negocios, ambiciosos y curiosos, que estén en una etapa temprana de su carrera y, por ello, más receptivos al cambio”.
Algo parecido, aunque en un ámbito completamente distinto, ocurre en Cedrion, una start-up cuya tecnología permite generar iones a partir del aire con el objetivo de acabar con virus y bacterias de forma silenciosa y sin usar lejía ni otros consumibles, en lugares cerrados como el transporte público y los restaurantes. “Empezó conmigo, que soy ingeniero informático, y mi socio, que es ingeniero de minas especializado en energía, y ahora somos una docena de ingenieros de varias ramas”, relata Enrique Medina, su director general.
Cedrion busca ahora a un responsable de organización con formación en Administración y Dirección de Empresas (ADE) y con experiencia en auditoría, para que se encargue de la parte financiera y los recursos humanos, entre otras tareas. En la próxima etapa, se proponen contratar a un responsable de desarrollo de negocio y a otro para cubrir la comunicación y el marketing. De todas las cualidades que debe demostrar el empleado, tal vez sea el dinamismo la más importante, según Medina. “Al fin y al cabo, una start-up es una empresa que está buscando su modelo de negocio. Cuando no se tiene claro todavía, no se puede establecer un procedimiento y creer que es inmutable”, subraya.
En el momento en el que el negocio empieza a funcionar, otro de los perfiles más codiciados es el de responsable financiero. “Es una figura vital para vigilar el flujo de caja y hacer que el barco no se hunda”, recalca Antonio Jara, director general de HOPU, una start-up murciana que ofrece productos para la planificación urbana sostenible a través de la inteligencia artificial (IA) y el internet de las cosas (IoT, por su acrónimo en inglés).
Para Jara, más allá de los directivos, hay tres grupos de puestos de trabajo que deben estar definidos en una start-up. “El equipo de software, desarrollo y análisis de datos, principalmente liderado por ingenieros, posiblemente uno de los perfiles con menor tasa de paro; un grupo de gestión de ventas, representantes y trabajadores que rodean al responsable de marketing, y los project managers [gestores de proyecto, encargados de salvaguardar la correcta ejecución de los planes]”, señala. “El problema es que no son puestos que se puedan enseñar en una formación de seis semanas, como en una fábrica o en el comercio minorista”, advierte.
Las profesiones más insospechadas en las ‘start-ups’
En una start-up, sin embargo, hay sitio también para perfiles inesperados. Carola Compá, responsable de desarrollo de negocio en DPella, una firma que ofrece una solución para garantizar la privacidad cuando las compañías realizan análisis de datos sobre sus clientes detalla que según la naturaleza de lo que venden “es necesario combinar no solo aspectos técnicos y de negocios, sino también legales, con el apoyo de abogados”.
“Cuando, hace poco, nuestro equipo de auditoría tuvo que realizar pruebas de inventario físico en almacenes utilizando drones, hemos requerido de profesionales con experiencia de pilotaje de estos aparatos”, destaca el director de KPMG Innovate, Joaquim Martínez Bosch. Asimismo, uno de los socios del ecosistema de innovación de la consultora, especializado en realidad aumentada y virtual, “recientemente ha tenido que recurrir a jugadores de videojuegos para hacer ensayos con sus soluciones”, admite.
Eso sí, para Oier Peñagaricano, director general de Alerion, una start-up que crea mapas virtuales en 3D de cualquier tipo de estructuras y objetos, también en movimiento, mediante drones e IA propia, será muy difícil llegar a trabajar en una empresa de este tipo si no se tiene “el deseo de aprender cosas nuevas todos los días, una clara propensión hacia la tecnología y la motivación suficiente para formar parte de un equipo diverso y multidisciplinar”.
Apetito inversor por la innovación
El 75% de los 2.057 millones de euros en financiación que han conseguido las start-ups españolas llega de fondos extranjeros, señal de que, según el presidente de la Asociación Española de Capital, Crecimiento e Inversión (Ascri), Aquilino Peña, “España conserva su atractivo, pese a la inquietud de este período [debido a la covid-19]”.
Este interés se reflejó en la última edición del Mobile World Congress (MWC), celebrada en Barcelona en junio, en la que quedó patente que “las start-ups se están recuperando de manera mucho más rápida que el resto de la economía, por su flexibilidad y su capacidad de reinventarse”, destacan desde la Asociación Española de Start-ups (AES).
Para explicar la ingente cantidad de inversiones cosechadas por las start-ups españolas esgrimen “el fin de las restricciones más estrictas derivadas de la pandemia y la desaparición de la incertidumbre inicial son factores que contribuyen a que ese capital vuelva a estar en movimiento”. Asimismo, “hay un apetito inversor por la innovación en muchos sectores, ya que la covid-19 ha acelerado los cambios sociales y económicos que ya se estaban produciendo antes de su irrupción”, añaden.
“Las start-ups de fintech [que aportan soluciones tecnológicas en las finanzas] y de insurtech [que aplican la innovación digital en el ámbito de los seguros] son las que están más en boga. Además de las de medicina y de educación, ya que “responden a los desafíos de la pandemia”, señalan. Pero también ocupan un lugar importante, añaden desde la AES, las relacionadas con la inteligencia artificial (IA), el internet de las cosas (IoT), el blockchain (la tecnología que hace posible las criptomonedas) o las que cumplen con ciertos objetivos de carácter social o medioambiental.