Economía anestesiada
Los datos de empleo de agosto reflejan el gran daño provocado por la pandemia.
Los datos de empleo de agosto reflejan el gran daño provocado por la pandemia. Unos 700.000 afiliados menos a la Seguridad Social, eliminando el efecto estacional, y 700.000 trabajadores en ERTE por causa mayor. Uno de cada 10 trabajadores asalariados en febrero ha perdido su empleo o continúan en suspensión temporal. El número de autónomos se ha reducido en 13.000 pero según las encuestas dos de cada tres están en situación de ...
Los datos de empleo de agosto reflejan el gran daño provocado por la pandemia. Unos 700.000 afiliados menos a la Seguridad Social, eliminando el efecto estacional, y 700.000 trabajadores en ERTE por causa mayor. Uno de cada 10 trabajadores asalariados en febrero ha perdido su empleo o continúan en suspensión temporal. El número de autónomos se ha reducido en 13.000 pero según las encuestas dos de cada tres están en situación de vulnerabilidad y son el colectivo más afectado por el impacto de la pandemia.
La intervención del BCE con sus compras de deuda ha sido decisiva para mantener la estabilidad financiera. En el mayor aumento de la deuda pública de nuestra historia, el Tesoro público emite bonos a tipos negativos y al 0,3% a diez años.
La principal causa de graves crisis económicas en España en los últimos siglos fue por la incapacidad de emitir deuda pública y la necesidad de reestructurarla. El euro y el BCE nos han redimido de nuestro pecado original. Aun así la deuda sigue siendo española y será la principal vulnerabilidad durante muchos años. Los españoles nos hemos hipotecado para hacer frente a la pandemia. El Plan de Reconstrucción Europeo es la otra gran novedad de esta crisis. Será Europa la que emita la deuda para financiar el monumental plan de ayudas. El euro cotizaba a 1,08 contra el dólar antes de la pandemia y ahora se ha apreciado hasta niveles de 1,2. La decidida actuación europea, junto a la caótica respuesta estadounidense, ha sido bien recibida por los inversores internacionales.
Esta exitosa actuación de la política económica europea ha permitido hacer una intensa política de rentas que mantiene sedada a la sociedad española. Pero nos enfrentamos a una depresión económica. Las depresiones tardaban décadas en repetirse. Esta se produce tan sólo 12 años después de la anterior de la que aún no nos habíamos recuperado. La tasa de paro en 2019 era aún seis puntos superior a la de 2007. Hasta 2008 España concentró mucho capital en producir viviendas, un bien intensivo en empleo con una productividad un 80% inferior al promedio de la economía. En 2009 el turismo absorbió buena parte del empleo destruido por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Ahora es el sector más afectado por la depresión y tardará años en recuperar su nivel de ingresos de 2019.
Para devolver esas deudas en el futuro España necesita aumentar su productividad por trabajador y su potencial de crecimiento. El Plan Europeo es condición necesaria pero no suficiente. España se la juega en la modernización de su parque empresarial y de su administración pública, buena parte de ambas siguen siendo analógicas. Necesita ahorrar y sacrificar consumo actual por inversión que permite generar más renta futura. Eso implica que el crecimiento de las ventas de las empresas debe venir de fuera, principalmente de Asia donde se concentra dos tercios del crecimiento de la renta mundial. Y necesita canalizar el ahorro a esas inversiones productivas para que las empresas tengan capital español y generen sus mejores empleos en España.