El veto británico golpea el Algarve
La región más turística de Portugal acusa los efectos de la escasez de visitantes del Reino Unido
El veto turístico del Reino Unido a Portugal a causa de la pandemia ha dejado a la región meridional del Algarve completamente hundida en el paro. El desempleo en esta zona, la más turística del país, se había triplicado el pasado mayo con respecto a la misma época del año anterior, según las últimas cifras disponibles. La tasa de paro ronda allí el 13% tras el batacazo del virus. Aunque el Reino Unido es solo uno de la docena de países de la región que ha impuesto restricciones a los viajeros provenientes de territorio portugués, uno de cada cinco turistas que visitan Portugal es británico, y...
El veto turístico del Reino Unido a Portugal a causa de la pandemia ha dejado a la región meridional del Algarve completamente hundida en el paro. El desempleo en esta zona, la más turística del país, se había triplicado el pasado mayo con respecto a la misma época del año anterior, según las últimas cifras disponibles. La tasa de paro ronda allí el 13% tras el batacazo del virus. Aunque el Reino Unido es solo uno de la docena de países de la región que ha impuesto restricciones a los viajeros provenientes de territorio portugués, uno de cada cinco turistas que visitan Portugal es británico, y esta es, además, la tercera nacionalidad con el mayor número de residentes en el país (superada solo por Brasil y Cabo Verde).
Portugal lleva meses sin mostrar signos de mejoría en el combate al coronavirus. Esto le llevó a salir del listado de destinos turísticos seguros que publicaron las autoridades británicas el pasado día 3, mientras que España e Italia, los mayores focos durante el peor momento de la pandemia en Europa, quedaban en su momento libres de restricciones. Londres ha actualizado su lista negra, en la que ha entrado España y en la que se ha mantenido inamovible Portugal. En el camino, el Algarve se ha dejado miles de empleos.
El ministro de Exteriores portugués, Augusto Santos Silva, calificó el veto británico de principios de julio de “absurdo”. El presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, apeló a la antigua alianza de portugueses y británicos para que Londres reconsiderara la decisión. El primer ministro, António Costa, publicó en su cuenta de Twitter un elemental diagrama de barras que pretendía comparar la situación en Reino Unido y el Algarve para poner en evidencia la incongruencia de la medida. El presidente de Turismo de la región meridional se lamentó de que su país había sido castigado por “decir la verdad”, en referencia al supuesto incremento en el número de pruebas que se practicaban en Portugal. Los británicos no se inmutaron.
La tasa de nuevos contagios al día por cada 100.000 habitantes muestra que desde el pasado mayo no hay una mejoría significativa de la situación en Portugal, aunque en la última semana ha habido leves signos de recuperación (su desempeño en este indicador durante los últimos cinco días ha sido mejor que los de España y otros cuatro países europeos). Las infecciones superan las 50.000 y las muertes las 1.700.
El sector servicios representa cerca del 90% de la economía del Algarve (la mayor parte vinculada al turismo), frente al 75% a escala nacional, según cifras del Novo Banco. Las asociaciones hoteleras estiman que en julio la caída de los ingresos será del 70% y que en noviembre llegarán al 90%, de acuerdo con los datos que recoge el diario Público.
El panorama no es más alentador para quienes viven del turismo en Lisboa, que durante los últimos años se ha beneficiado de un potente boom turístico que ha robustecido la economía y permitido una muy necesaria renovación urbana.
Los cerca de 20.000 apartamentos turísticos y hostales con los que cuenta la capital portuguesa han pedido ayuda a las autoridades para lidiar con las bajísimas tasas de ocupación, que se han desplomado un 95% en lo que va de verano. La respuesta del Ayuntamiento ha sido lanzar un programa para convertir estos espacios en vivienda social. El Consistorio se plantea alquilar alrededor de 1.000 para subarrendarlos a familias jóvenes y otras personas con problemas para encontrar vivienda.