Tribuna

¿En qué acabará el ‘crash’ de 2020?

Habrá cifras recesivas tremendas por causa de la interconexión mundial, pero que mejorarán, una vez pasado el contagio, también a toda velocidad

Un trader de la Bolsa de Nueva York, la semana pasada.JOHANNES EISELE (AFP)

Muchos se preguntan si, económicamente hablando, estamos en una situación comparable a la de la mal llamada gripe española o a la de la Gran Depresión. Probablemente, ni una ni otra.

Al menos en lo que al comportamiento de las Bolsas se refiere, la situación no se parece nada a la de la gripe de 1918-1919. Entonces, el índice Dow Jones Industrial cayó un 12%; es decir, un tercio del 36% que ha caído ahora. Por lo tanto, desde esa perspectiva, no hay nada que comparar.

Por la rapidez y profundidad de la caída esto se parece mucho al crash de 1987 que, a pesar de su espectac...

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Muchos se preguntan si, económicamente hablando, estamos en una situación comparable a la de la mal llamada gripe española o a la de la Gran Depresión. Probablemente, ni una ni otra.

Al menos en lo que al comportamiento de las Bolsas se refiere, la situación no se parece nada a la de la gripe de 1918-1919. Entonces, el índice Dow Jones Industrial cayó un 12%; es decir, un tercio del 36% que ha caído ahora. Por lo tanto, desde esa perspectiva, no hay nada que comparar.

Por la rapidez y profundidad de la caída esto se parece mucho al crash de 1987 que, a pesar de su espectacularidad, no fue seguido de una recesión, y también al inicio del de 1929, o a las semanas posteriores a la quiebra de Lehman Brothers en 2008, aunque en este último caso las Bolsas ya llevaban 11 meses cayendo.

También podría tratarse de una situación nueva, sin precedente conocido.

Desde luego el que, como en 1987, esto no traiga consecuencias económicas, está descartado: por definición habrá una recesión económica ya que se ha decidido parar buena parte de la industria y los servicios. Tampoco parece que esto vaya a conducir al mundo a una Gran Depresión. No, al menos, en lo que dependa de las autoridades políticas y monetarias que, aunque reaccionando tarde, mal y de manera titubeante, ya se han puesto a la tarea de contener la expansión del virus y a intentar que el impacto económico negativo sea lo menor posible.

Esto es algo muy diferente de la reacción poco o nada intervencionista de las autoridades de EE<TH>UU en 1929-1930. Ahora son muy pocos los que quieren una catarsis como la predicada entonces por su secretario del Tesoro.

La experiencia actual es inaudita: nunca se había parado voluntariamente una economía. Ni siquiera en tiempos de guerra, en que se redobla el esfuerzo bélico. De ahí que sea tan complicado hacer prospectiva en este caso.

Pero no será como 1929. Aunque algunas cifras que se publicarán en los próximos meses llevarán a pensarlo. Ese tipo de confusión ya se produjo entre algunos de los mejores economistas en 2009: cuando vieron que el comercio mundial se hundía más que en la Gran Depresión concluyeron equivocadamente que se acercaba algo peor. La explicación del error era que la globalización había hinchado previamente la cifra de comercio internacional al considerar como tal el que se producía entre las factorías de la misma empresa situadas en países diferentes.

Ahora sucederá algo parecido. Habrá cifras recesivas tremendas por causa de la interconexión mundial, pero que mejorarán, una vez pasado el contagio, también a toda velocidad. Aunque parezca un sarcasmo decirlo ahora, Gobiernos y empresas tienen que empezar a prepararse para ese momento.

Juan Ignacio Crespo es analista financiero.

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