La Fiscalía alemana registra la sede central de Volkswagen

Las autoridades buscan pruebas sobre los empleados implicados en el fraude

Crece la presión sobre Volkswagen. Poco antes de que Michael Horn —su máximo responsable en Estados Unidos durante el fraude de las emisiones contaminantes, el mismo que dijo: “la hemos cagado por completo”— compareciera ante la Cámara de Representantes de EE UU, la sede del mayor fabricante de coches europeos fue registrada, en lo que supone un paso más en el proceso de humillación pública por el que pasa la hasta ahora orgullosa empresa, que se enorgullecía de representar lo mejor de la ingeniería ...

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Crece la presión sobre Volkswagen. Poco antes de que Michael Horn —su máximo responsable en Estados Unidos durante el fraude de las emisiones contaminantes, el mismo que dijo: “la hemos cagado por completo”— compareciera ante la Cámara de Representantes de EE UU, la sede del mayor fabricante de coches europeos fue registrada, en lo que supone un paso más en el proceso de humillación pública por el que pasa la hasta ahora orgullosa empresa, que se enorgullecía de representar lo mejor de la ingeniería alemana.

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La Fiscalía de Braunschweig (en el norte de Alemania) ordenó ayer el registro de varias sedes de Volkswagen en Wolfsburgo, auténtico corazón de la compañía. Buscan, según el comunicado oficial, documentación y soportes informáticos “que puedan contener información sobre la actuación y la identidad de los empleados de la compañía” implicados en el escándalo por la manipulación de las emisiones de gases contaminantes que amenaza con causar un daño masivo a la empresa.

El comunicado llega después de que la Fiscalía protagonizara un extraño episodio en el que afirmó una cosa y a los pocos días la contraria. Tras anunciar el 28 de septiembre la apertura de una investigación por fraude centrada en el anterior presidente de Volkswagen, Martin Winterkorn, la Fiscalía dijo que el comunicado estaba “mal formulado” y que la investigación se dirigía a “empleados responsables”, sin mencionar nombres. “No hay una investigación formal contra el profesor Winterkorn”, concluía.

Los registros se han llevado a cabo a instancias de tres fiscales ayudados por la oficina de investigación criminal de Baja Sajonia, el Estado donde está la sede de Volkswagen, asimismo el segundo mayor accionista del grupo.

Pero los problemas de la compañía no acaban aquí. Un alud de malas noticias hacen pensar que los costes finales del escándalo se van a disparar. Las autoridades del Estado alemán de Renania del Norte-Westfalia reclamarán a la compañía el importe del impuesto de circulación que se dedujeron algunos compradores de coches diésel por sus ventajas medioambientales. Además, según revela una investigación del Süddeutsche Zeitung, los sofwares trucados no estaban diseñados solo para engañar a las autoridades estadounidenses, sino también a las europeas. El caso Volkswagen no deja de crecer.

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