Reportaje:

La piconera reforma su casa

El Museo Julio Romero de Torres reabre sus puertas con un nuevo discurso

Han pasado casi 81 años desde que el presidente de la II República, Niceto Alcalá Zamora, inauguró en Córdoba el Museo Julio Romero de Torres. Ocho décadas después, la sala de exhibiciones está a punto de reabrir tras una profunda transformación que ha durado año y medio y que supone, según su directora, Mercedes Valverde, "más una refundación que una reapertura". A partir del 24 de enero, el público volverá a disfrutar de 85 pinturas del artista cordobés, creador de algunos iconos de la ciudad en el siglo XX.

Lo expuesto en el museo sigue siendo una ínfima parte de la extensa obra de J...

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Han pasado casi 81 años desde que el presidente de la II República, Niceto Alcalá Zamora, inauguró en Córdoba el Museo Julio Romero de Torres. Ocho décadas después, la sala de exhibiciones está a punto de reabrir tras una profunda transformación que ha durado año y medio y que supone, según su directora, Mercedes Valverde, "más una refundación que una reapertura". A partir del 24 de enero, el público volverá a disfrutar de 85 pinturas del artista cordobés, creador de algunos iconos de la ciudad en el siglo XX.

Lo expuesto en el museo sigue siendo una ínfima parte de la extensa obra de Julio Romero de Torres. "La colección abarca apenas un 10% del total", reconoce Valverde. Pero entre sus piezas, se encuentran verdaderas joyas del pintor, quien vivió entre 1874 y 1930. Ahora, cada una de ellas se ve resaltada por una nueva iluminación y un color rojo anaranjado que domina todas las estancias en las que resaltan las pinturas, de un cromatismo original más bien oscuro.

La pinacoteca ha estado cerrada por obras durante un año y medio
El artista cordobés es el creador de algunos de los iconos andaluces

Las obras de readaptación del museo han supuesto cegar los vanos que permitían el paso de la luz del sol, incluyendo lucernarios, ventanas y balcones. "La iluminación era cenital, nefasta para contemplar este tipo de pinturas. El propio Julio solía trabajar con luz artificial. La nueva iluminación es la ideal para poder apreciar todos los detalles de las obras", recalca Valverde.

La colocación de los cuadros también ha variado. Ahora se busca una nueva narración, agrupando las piezas por temáticas y otorgándoles un sentido en su contexto. La planta inferior se dedica a sus inicios con cuadros como Mira que bonita era, de 1895, en el que ya aparecen los tres elementos que marcarán la carrera del artista: la mujer, la muerte y el cante. En este caso, una copla de cuyos versos, Romero de Torres se inspira para el título.

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La planta superior se divide en cuatro salas con títulos que orientan al espectador de su contenido. En Capilla se recogen los lienzos sobre temas religiosos como La muerte de Santa Inés. "Este cuadro, como todos los demás del museo, se han restaurado a lo largo de 14 años. No solo las pinturas, también los marcos, a los que Julio daba un especial valor", explica la directora de la pinacoteca y responsable de la red de Museos Municipales de Córdoba.

Cante hondo (1927) y toda su simbología acerca de los celos, la muerte y el amor, sorprenden al visitante a la salida de la capilla. Es la obra que da acceso a la siguiente sala, El origen de lo jondo, donde se exhiben telas que giran en torno al flamenco. A continuación, se accede al espacio reservado para los retratos. La sala se llama Semblanzas y alberga parte de su amplia colección de personajes de la cultura, la política y la aristocracia de principios del siglo pasado.

Y cuando se avanza por ese espacio se descubre, enmarcada por la perspectiva, a La chiquita piconera (1930), que da la bienvenida al salón contiguo, espacio que Valverde ha bautizado como El espíritu de Córdoba, con obras como El pecado (1913) y La gracia (1915). "La ciudad que tanto amó el artista, se convirtió en constante protagonista de los fondos de sus lienzos", describe Mercedes Valverde. En efecto, en su idealización de la belleza, Romero de Torres también readapta la ciudad en la que vive, amoldando el urbanismo a su antojo y recreando sus calles con monumentos que no existían entonces y que, con los años, se plantarían en las plazas, como las estatuas al Gran Capitán, a Maimónides, Góngora o Séneca.

El alcalde de Córdoba, José Antonio Nieto, señaló en una reciente visita, que la reforma ejecutada supone "una auténtica revolución en el planteamiento, no solo de eso que hoy se llama un nuevo discurso museístico, que es lo que ahora se nos presenta, sino que conlleva, además, una auténtica revolución en la oferta que hace la ciudad de Córdoba de su principal pintor, de un grandísimo maestro y de su familia".

El Museo Julio Romero de Torres tras la restauración.F. J. VARGAS

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