Reportaje:

La campana salva a Thomas Cook

La crisis europea pone contra las cuerdas al grupo turístico más antiguo del mundo

Thomas Cook, el grupo turístico más antiguo del mundo con siglo y medio a sus espaldas, afronta una grave crisis financiera que amenaza su supervivencia. El gigante británico, que tiene una plantilla de 30.000 empleados y gestionó los viajes de 22 millones de clientes el año pasado, acaba de obtener el visto bueno de un ramillete de bancos para ampliar su línea de crédito en 200 millones de libras (230 millones de euros). Si el anuncio de las negociaciones con las entidades prestamistas se traducía a principios de la semana pasada en un desplome de sus acciones (que registraron una caída del 7...

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Thomas Cook, el grupo turístico más antiguo del mundo con siglo y medio a sus espaldas, afronta una grave crisis financiera que amenaza su supervivencia. El gigante británico, que tiene una plantilla de 30.000 empleados y gestionó los viajes de 22 millones de clientes el año pasado, acaba de obtener el visto bueno de un ramillete de bancos para ampliar su línea de crédito en 200 millones de libras (230 millones de euros). Si el anuncio de las negociaciones con las entidades prestamistas se traducía a principios de la semana pasada en un desplome de sus acciones (que registraron una caída del 75%), la consecución de un acuerdo viene apuntalando el remonte de los títulos en Bolsa desde el pasado lunes. La firma ha ganado liquidez y tiempo, mientras encara un severo plan de reestructuración que garantice su viabilidad.

La compañía trae anualmente tres millones de turistas a España
La deuda del grupo británico supera ya los 1.150 millones de euros

Las turbulencias de esta empresa fundada en 1841 están generando, sin embargo, inquietud entre los usuarios que ya tienen contratadas las reservas de sus viajes, incluso a pesar de que Thomas Cook sigue operando normalmente y de que el sistema de protección financiera ATOL (gestionado por la Autoridad de la Aviación Civil británica) cubriría el dinero adelantado por los clientes en el supuesto de un colapso de la firma. Solo en España, el segundo mayorista a nivel europeo canaliza unos tres millones de visitas turísticas anuales.

La crisis de la empresa comenzó a aflorar en toda su dimensión el pasado verano, cuando la súbita renuncia del entonces consejero delegado, Manny Fontenla-Novoa, vino acompañada de la difusión de unas pérdidas operativas de 220,8 millones de libras durante los primeros nueve meses del ejercicio fiscal. En ese mismo periodo, Thomas Cook ha perdido el 80% de su valor.

La nueva línea de financiación obtenida de los bancos, por un total de 200 millones de libras hasta abril de 2013, sustituye al crédito a corto plazo de 100 millones que había sido anunciado tan solo cinco semanas antes. Y su concesión coloca la deuda neta del grupo por encima de los 1.000 millones de libras (1.150 milones de euros).

El negocio de los viajes se caracteriza por su inestabilidad, y la convulsa situación en varios puntos del planeta, unida al contexto de crisis económica europea, ha causado estragos en el sector. Pero otros operadores turísticos, especialmente el gigante alemán TUi Travel, están capeando mejor el temporal. Thomas Cook se ha resentido de las revueltas populares en destinos turísticos clave como Egipto o Túnez, de las tormentas que anegaron los centros de recreo tailandeses y de los recientes secuestros de turistas en Kenia. Las cancelaciones de reservas se sucedieron en cadena.

Otro factor decisivo es la debilidad de la economía británica y sus efectos en tantas familias de clase media, que son la base de su clientela. Las cuentas de la empresa han acusado, asimismo, el exceso de inversiones financiadas con deuda en un momento de debilidad de la cuenta de resultados y de cambio estructural del negocio.

Fuentes del sector advierten sobre el impacto que puede tener en los usuarios la divulgación de los problemas del grupo o, en otras palabras, que se decanten hacia la oferta de la competencia, principalmente Tui Travel, líder del mercado turístico en Europa.

"Hemos ofrecido enorme valor (por su dinero) durante 170 años. 2012 no será diferente", reza el encabezamiento de un anuncio de Thomas Cook a toda página que a lo largo de la semana ha venido apareciendo en los principales periódicos británicos como estrategia de contraataque. La publicidad viene acompañada de una carta firmada por el presidente en funciones de la compañía, Sam Weihagen, en la que agradece el "apoyo extraordinario" de sus clientes y augura larga vida a esa relación. Paralelamente, los escaparates de sus agencias de viajes ofertaron hasta el pasado viernes un sustancial descuento de 170 libras para todas aquellas reservas de viajes estivales que superaran las 1.100 libras.

Weihagen sigue calificando a Thomas Cook de "negocio fuerte" y subraya que la ampliación del crédito mejorará su resistencia si las condiciones del negocio "siguen difíciles". Los resultados del presente ejercicio, sin embargo, se intuyen nefastos. La empresa ha pospuesto su presentación (inicialmente prevista hace diez días) hasta el próximo 12 de diciembre.

Inquirido la semana pasada en la Cámara de los Comunes sobre un hipotético rescate de esta firma icónica, el primer ministro británico, David Cameron, solo confirmó que ha solicitado un informe sobre su solvencia, "porque creo que es importante asegurarse de que esta empresa está bien y saludable". A pesar de las palabras del dirigente conservador, en la City de Londres existe la convicción generalizada de que el Gobierno tiene poco interés en implicarse en su suerte.

Thomas Cook debe encarar ahora una profunda reestructuración, con la venta de activos como hoteles, oficinas y agencias que, según sus previsiones, le reportaría unos 200 millones de libras para subsanar parte de la deuda.

Los medios financieros de las islas han adelantado que el cierre de dos centenares de sus locales comerciales (un 18% del total) supondrá el despido de más de 1.000 empleados. Al mismo tiempo, los analistas consideran que, incluso si el grupo consigue finalmente sortear sus problemas financieros, también deberá replantear el enfoque futuro del negocio: reinventarse para seducir a un nuevo tipo de cliente que no se conforma con los tradicionales paquetes turísticos porque está muy informado gracias a Internet, diseña sus propios viajes y busca en la red las mejores ofertas.

Un adiós polémico (y bien pagado)

Manny Fontenla-Novoa abandonó el puesto de consejero delegado de Thomas Cook el pasado verano, pero los ingresos obtenidos de su sueldo más primas en los últimos cuatro años de gestión siguen siendo objeto de controversia. Las retribuciones del ejecutivo de origen español totalizaron los 15 millones de libras en ese periodo, a los que hay que sumar un mínimo de 1,1 millones por la rescisión de su contrato. La dimensión de esas cifras ha provocado la indignación de un sector del accionariado, cuando la compañía arrastra una deuda superior a los mil millones de libras, y de los sindicatos, que afrontan el despido de un millar de trabajadores.

El relevo de Fontenla-Novoa se produjo después de que la firma revisara a la baja la previsión de beneficios por tercera vez en lo que iba de año. El directivo (nacido en Galicia, aunque criado y formado en Reino Unido) había agotado la paciencia de unos accionistas que llevaban mucho tiempo cuestionando su remuneración. Especialmente, el bonus de 5 millones de libras percibido en 2008 por los resultados de la fusión de Thomas Cook con el también operador turístico MyTravel. Ya entonces, un grupo de inversores dio sin éxito la batalla contra esa prima. Tres años después el diagnóstico es bien diferente. El nuevo mando de la empresa critica cómo se acometió su gestión en el mercado nacional, con la oferta de productos poco competitivos. -