Evarist Navarro juega en el IVAM

Cuando era pequeño, Evarist Navarro (Castelló de Rugat, 1959) se pasaba el día jugando con los materiales que tenía a mano, los de la empresa cerámica familiar. Con los ladrillos, listos para servir, se inventaba sus castillos, sus fortalezas... Y con la materia prima, arcilla y agua, construía paisajes, ríos, presas... Y así ha seguido durante el último medio siglo, jugando. "El barro ha sido mi paisaje cotidiano", reconoció ayer durante la inauguración de la exposición La construcción de la memoria, que ha trasladado aquellos juguetes al Institut Valencià d'Art Modern (IVAM).

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Cuando era pequeño, Evarist Navarro (Castelló de Rugat, 1959) se pasaba el día jugando con los materiales que tenía a mano, los de la empresa cerámica familiar. Con los ladrillos, listos para servir, se inventaba sus castillos, sus fortalezas... Y con la materia prima, arcilla y agua, construía paisajes, ríos, presas... Y así ha seguido durante el último medio siglo, jugando. "El barro ha sido mi paisaje cotidiano", reconoció ayer durante la inauguración de la exposición La construcción de la memoria, que ha trasladado aquellos juguetes al Institut Valencià d'Art Modern (IVAM).

Una exposición que constituye el recuerdo de aquellos juegos y que Navarro siente como un homenaje a su madre, que le falta desde hace unos años. La que seguro le regañó mil veces cuando llegaba lleno de barro. La que le decía que no podía hacer arte a base de pesics (pellizcos). Por eso, Terra Mater (el melic de casa), una enorme escultura que representa el cordón umbilical que le une a su progenitora, es la obra central. Y quizá por ello está hecha con los ya característicos pellizcos del artista valenciano. Pellizcos que hasta imita en las acuarelas. Pellizcos de barro que recogen en Estacions balsàmiques el deterioro por la enfermedad de su madre. Así esculpe Navarro la memoria con sus juguetes de la infancia.