Reportaje:

Cristiano y Messi, felices en casa

Las estrellas de Portugal y Argentina lideran por fin a sus selecciones y acallan las críticas

Siempre compitiendo entre sí, el destino parece que les una en los buenos y los malos momentos. El día que Cristiano Ronaldo se reconcilió con Portugal en una exhibición ante Bosnia (6-2) en Lisboa, otro tanto protagonizó Messi con Argentina ante Colombia (1-2) en Barranquilla. El primero se clasificó para la Eurocopa de Polonia y Ucrania 2012 y el segundo se encamina hacia el Mundial de Brasil 2014.

El estadio Da Luz vivió una noche de armonía con la selección lusa, lanzada por sus extremos (CR7 y Nani), abastecidos por los centrocampistas (Veloso, Meireles y Moutinho) y permiendo tran...

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Siempre compitiendo entre sí, el destino parece que les una en los buenos y los malos momentos. El día que Cristiano Ronaldo se reconcilió con Portugal en una exhibición ante Bosnia (6-2) en Lisboa, otro tanto protagonizó Messi con Argentina ante Colombia (1-2) en Barranquilla. El primero se clasificó para la Eurocopa de Polonia y Ucrania 2012 y el segundo se encamina hacia el Mundial de Brasil 2014.

El estadio Da Luz vivió una noche de armonía con la selección lusa, lanzada por sus extremos (CR7 y Nani), abastecidos por los centrocampistas (Veloso, Meireles y Moutinho) y permiendo transiciones vertiginosas como las que Cristiano disfruta habitualmente en el Madrid. Un 4-3-3 coronado por un Postiga sorprendentemente efectivo: dos goles en dos remates. Con otros tres tantos desde fuera del área: dos de falta (Cristiano y Veloso) y el otro, espectacular, de Nani. Por fin, CR7 se sintió en casa, como si estuviera en el Bernabéu, estrella de principio a fin, asumiendo ese liderazgo añorado en el pasado Mundial de Sudáfrica, cuando abandonó el estadio Green Point de Ciudad del Cabo maldiciendo contra las cámaras y pidiendo que no le grabaran a él, sino a los españoles, recién clasificados para los cuartos de final.

CR se pareció al del Madrid y La Pulga dejó de ser Robin Hood

En realidad, sus números en las clasificación lusa para la Eurocopa no son comparables a sus rutilantes cifras con el Madrid. Solo cinco goles en 10 partidos, siete menos que el holandés Huntelaar, cuatro menos que el alemán Klose y dos menos que Villa. Sus tres asistencias también quedan lejos de las siete del alemán Özil y el sueco Källstrom. Aun así, se creció ante la máxima dificultad de la repesca, tanto en la ida (0-0), disputada en el pésimo campo de Zenica, como en la vuelta sinfónica en Lisboa.

Messi lo pasó peor en la sauna de Barranquilla. Pero superó un calor y una humedad sofocantes. Y a un rival, el mediocentro Bolívar, que días antes había afirmado que La Pulga es un jugador normal. Así lo fue en la primera parte y en el comienzo de la segunda, cuando Bolívar le arrebató la pelota en varios mano a mano. Pero Messi no se doblegó, sino que siguió insistiendo hasta liquidar al propio Bolívar en varias arrancadas culminadas primero con un gol suyo, tras un rechazo del portero Ospina, y después en una jugada rematada por Agüero. "A Messi no le interesa ser Robin Hood. Necesita socios, estar rodeado", opina el periodista Ezequiel Fernández Moores en alusión a la segunda parte, cuando entró Agüero y Messi se sintió mucho más acompañado junto al delantero del Manchester City e Higuaín. "En Argentina se le discute el carácter, pero ante Colombia lo tuvo y también en la pasada Copa América: sacó el amor propio en circunstancias adversas", añade Moores.

A Messi se le criticó muchísimo tras el empate de días antes frente a Bolivia (1-1) en un estadio, el Monumental de River, medio vacío, que mostraba una indiferencia hiriente hacia el considerado mejor jugador de mundo. Lejos de indignarse ante las críticas, su respuesta fue esta: "Tenemos que jugar bien". Un signo de "madurez", según Moores , cuya teoría remite a que La Pulga, por el sufrimiento de la albiceleste, madura mucho más en Argentina que en el Barça, en el que todo es un camino triunfal.

"Gracias, Masche", tituló Juan José Panno, en Página 12, en referencia a la resurrección argentina en el segundo periodo. Cuando el seleccionador, Alejandro Sabella, renunció a uno de los medios de brega, Guiñazú, para que entrara Agüero y cambiara el panorama. Gracias a que Mascherano, que fue mediocentro, desvió a gol un disparo de falta desde la frontal del colombiano Pabón, Sabella reaccionó y Argentina encontró un trío atacante -Messi, Agüero e Higuaín- para que La Pulga dejara de ser Robin Hood.

Cristiano Ronaldo y Messi, abrazado a Agüero, celebran goles.J. M. RIBEIRO (REUTERS) / J. M. PEDRAZA (GETTY)