Reportaje:CLIPS

Cuando los directivos se enamoran

Son la diseñadora y el consejero delegado de Gucci. Frida Giannini y Patrizio di Marco destapan su romance

Frida Giannini y Patrizio di Marco, cabeza creativa y corporativa de Gucci, iniciaron una relación sentimental en junio de 2009. El asunto era conocido en la industria, pero no lo habían admitido oficialmente. Hasta el 28 de octubre. Los directivos de una de las mayores firmas de lujo decidieron que ese era el momento de anunciar que su relación va más allá de lo profesional.

Di Marco, de 49 años, llegó a Gucci -procedente de Bottega Venetta- en enero de 2009 para sustituir a Mark Lee. Giannini, de 38 años, era la directora creativa desde 2006, cuando se hizo con el control total de una...

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Frida Giannini y Patrizio di Marco, cabeza creativa y corporativa de Gucci, iniciaron una relación sentimental en junio de 2009. El asunto era conocido en la industria, pero no lo habían admitido oficialmente. Hasta el 28 de octubre. Los directivos de una de las mayores firmas de lujo decidieron que ese era el momento de anunciar que su relación va más allá de lo profesional.

Di Marco, de 49 años, llegó a Gucci -procedente de Bottega Venetta- en enero de 2009 para sustituir a Mark Lee. Giannini, de 38 años, era la directora creativa desde 2006, cuando se hizo con el control total de una casa que trastabillaba desde la salida de Tom Ford dos años antes. Un viaje a China propició el acercamiento entre los dos divorciados. Lo cierto es que las relaciones sentimentales entre compañeros de trabajo son una cuestión tan corriente como delicada. Según un estudio de The Wall Street Journal en 2005, el 40% de los estadounidenses han mantenido alguna relación de esta índole, pero el 70% de las compañías no cuentan con una política clara sobre el particular.

Los buenos resultados podrían explicar que la relación se haga al fin pública

En el artículo de The Financial Times que ejerce de tablón de anuncio, Di Marco afirma que cuando la naturaleza de su relación cambió, se preocuparon "por la reacción del principal accionista y del mercado". Fueron a ver, por separado, a François-Henri Pinault, presidente del grupo Pinault Printemps Redoute (PPR), que compró Gucci hace una década. Estaban "preparados para dejar la empresa si era necesario". No lo fue. "Este es un negocio familiar", afirma Pinault en el periódico británico. "El grupo PPR fue creado por mi padre. Yo soy consciente de lo que cuesta ser estricto contigo mismo. Sabía que esto les haría ser más exigentes".

La compañía no está dispuesta a revelar mucho más de lo que ya discutió en ese artículo. Requerida por este diario, transmite una nota corporativa: "Gucci se alegra de confirmar los detalles del reportaje de The Financial Times. En los últimos tres años, Patrizio di Marco y Frida Giannini han demostrado ser una combinación ganadora con total respeto por sus responsabilidades y competencias individuales. Son dos de los más talentosos y respetados líderes en el sector y están obteniendo extraordinarios resultados para la marca. Gucci no hará ningún otro comentario".

Lograda la comprensión del principal accionista, los buenos números podrían explicar que la relación se haga por fin pública. En 2010, la facturación creció un 18% hasta 2.666 millones de euros. Tras dos años y medio de romance, la pareja puede exhibir estas cifras como garantía de que su vínculo es positivo para el negocio. El efecto de su idilio en la cuenta de resultados no es una anécdota. La unión sentimental entre la mente creativa y la empresarial es un modelo clásico en la moda. Pero este caso es diferente, porque la pareja no es propietaria de la firma. Se trata de dos empleados, de igual rango, que se han enamorado en la oficina. Y muy apasionadamente, según quienes les conocen.

Parejas de moda

La industria de la moda favorece la unión de la mente creativa y empresarial. Esa clase de tándem funciona todavía mejor cuando la pareja es personal además de profesional. Lo demuestran Valentino Garavani y Giancarlo Giammetti, Miuccia Prada y Patrizio Bertelli o Yves Saint Laurent y Pierre Bergé. ¿Por qué? En parte, porque los creativos no son siempre fáciles de gestionar y tienden a comprenderles mejor quienes comparten con ellos algo más que un despacho. "Giancarlo siempre se ha ocupado de todo lo que iba a distraerme, y eso me ha permitido vivir tranquilo y concentrado en diseñar", afirma Valentino. Otra explicación es que este oficio no tiene horarios y estos vínculos facilitan ciertas gestiones. "No tienes que esperar a una reunión para tomar decisiones", según Di Marco.

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