Terol, el niño que no tenía un don

Nico Terol (Alcoy, Alicante; 23 años) confiesa que es tan metódico, que a veces le falta capacidad de improvisación. Cuando el domingo pasado, en Phillip Island, empezaron a caer unas gotas de lluvia sobre el asfalto del frío trazado australiano, y arrancó el baile de neumáticos -ahora lisos, ahora rallados-, y los nervios atacaron a parte de su equipo, el piloto se bloqueó. Parecía un muñeco articulado en las primeras vueltas, tieso, sin la soltura habitual ni la concentración suficiente para ganar un campeonato del mundo. Pero reaccionó a tiempo para salvar los muebles. Tras unos días de sol...

Nico Terol (Alcoy, Alicante; 23 años) confiesa que es tan metódico, que a veces le falta capacidad de improvisación. Cuando el domingo pasado, en Phillip Island, empezaron a caer unas gotas de lluvia sobre el asfalto del frío trazado australiano, y arrancó el baile de neumáticos -ahora lisos, ahora rallados-, y los nervios atacaron a parte de su equipo, el piloto se bloqueó. Parecía un muñeco articulado en las primeras vueltas, tieso, sin la soltura habitual ni la concentración suficiente para ganar un campeonato del mundo. Pero reaccionó a tiempo para salvar los muebles. Tras unos días de sol y descanso en la isla australiana, aquello está olvidado. Y Terol, que suma ocho victorias, afronta su segunda bola de partido. Si queda por delante de Johann Zarco, su único rival por el título, será mañana campeón. Él no quiere ni imaginárselo. Y asegura que saldrá a ganar, pues no tiene ningún interés en jugarse el campeonato en Valencia, por mucho que allí, en su tierra, estén soñando con un final épico.

Aspar: "Suple sus carencias con trabajo. Otros, con más talento, lo tienen más fácil"

El chico asegura que sabe aprovechar los circuitos que le gustan, los rápidos, como por ejemplo el de Sepang, donde correrá en el que puede ser el mejor fin de semana de su vida. Y apunta que sus mejores cualidades son la constancia y la regularidad. "Además, soy muy trabajador", añade él. "Ha crecido de una manera bestial. Me tiene encantado. Hay que gente que tiene mucho don, pero no su constancia. Él ha sabido suplir esas carencias a base de trabajo. Otros, con más talento, lo tienen más fácil. A él no le ha salido de manera tan natural, y eso es de admirar", señala Jorge Martínez Aspar, el jefe, que lo conoce desde que llegó con diez años a la escuela de pilotos Bancaja.

"Es un chico encantador y muy natural, que conserva ese punto de timidez de cuando era niño, aunque antes era mucho más callado. Era muy educado y ponía muchas ganas, tenía que trabajar mucho para conseguir resultados. No hubiéramos dicho entonces que algún día podría ser campeón del mundo", añade. Su tenacidad, sin embargo, le ha colocado a un paso del título de 125cc: "Nunca descansa. A veces me llama desde casa, después de una carrera, para preguntarme qué cilindro llevaba en la última prueba", desvela Adrián Vila, el mecánico que le informa desde el muro. "Está siempre pendiente de todo, mucho más encima de nosotros este año, nos recuerda lo que hay que hacer. Últimamente le llamamos El Capo", bromea.

"Ha mejorado en la puesta a punto de la moto; sabe hablar con los mecánicos y transmitirles lo que necesita para ganar dos o tres décimas. Además, sabe acoplarse muy bien encima de la moto: cuando sale de las curvas ya está integrado en el carenado y gana dos o tres kilómetros de ventaja", explica el director deportivo del equipo, Gino Borsoi. "En carrera se programa muy bien, sabe qué hacer en cada momento", señala Aspar. La misma cualidad que le reconoce Marc Márquez, que peleó con él por el título hasta la última prueba del curso pasado, en Valencia: "Era el mejor en las últimas vueltas, el más racional". "Es muy importante saber gestionar el final de las carreras y saber usar la cabeza cuando no se puede ganar", tercia el protagonista.