Reportaje:CICLISM0

Dulce y tradicional Giro de Italia

La 'corsa rosa' borra en 2012 las asperezas y extravagancias de los últimos años

Sometido físicamente a la ley pendular y emocionalmente al despido de Angelo Zomegnan, aquel periodista que, como director del Giro, solo se guió por la ley del espectáculo extremo, costara lo que costara, hasta la extravagancia hermosa del recorrido de 2011, el más hermoso y brutal -el del no Crostis, el del Zoncolan y Gardeccia-, el Giro de 2012, dirigido por un hombre salido del marketing, Michele Acquarone, y no del ciclismo, borra asperezas, redondea aristas y recupera las tradiciones que tanto gustan en la península de la bota.

La evocación sonora de los nombres: Stelvio, q...

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Sometido físicamente a la ley pendular y emocionalmente al despido de Angelo Zomegnan, aquel periodista que, como director del Giro, solo se guió por la ley del espectáculo extremo, costara lo que costara, hasta la extravagancia hermosa del recorrido de 2011, el más hermoso y brutal -el del no Crostis, el del Zoncolan y Gardeccia-, el Giro de 2012, dirigido por un hombre salido del marketing, Michele Acquarone, y no del ciclismo, borra asperezas, redondea aristas y recupera las tradiciones que tanto gustan en la península de la bota.

La evocación sonora de los nombres: Stelvio, que es Coppi, que es un pasillo estrecho, paredes de laciares en la cima a más de 2.700 metros -"W Coppi", arañado en el hielo por los aficionados devotos-, que es Paco Galdos ganando y perdiendo en 1975, la última vez que se terminó en el gigante dolomítico, ante el desconocido Bertoglio, que es Indurain con el chubasquero subiendo y bajando en 1994 camino de la pájara en el Valico de Santa Cristina. Mortirolo, que es Pantani para siempre -aunque se suba, como anuncian para 2012, por un camino insólito por su vertiente norte -, como el Alpe di Pampeago. O Cortina d'Ampezzo, que es esquiadores y Juegos Olímpicos.

Y es tan potente este poder evocador que a los lugares que visita dona el Giro que hasta Herning, en Dinamarca, de donde saldrá la carrera el 5 de mayo, se convierte en nada menos que la tierra del Águila de Herning, que no es otro que Bjarne Riis, el danés que ganó el Tour de 1996 y que dirige a Alberto Contador -de ahí el águila dibujado en su maillot del Saxo Bank-, y que nació en aquella ciudad del corazón de la península de Jutlandia.

Guiado por Riis, claro, Contador ganó el año pasado su segundo Giro al tiempo que perdía, consecuencia inevitable, se comprobó después, su cuarto Tour. Obligado por ello, Contador estuvo ayer en Milán en la presentación del Giro dulce y tradicional -y mañana estará en parís, en la presentación del Tour 2012-, un Giro que no disputará. "Es un recorrido que me va bien y si fuera solo por el corazón me gustaría volver a correrlo", dijo el chico de Pinto. "Pero el año que viene voy a pensar en otros objetivos, como el Tour de Francia".

El Giro se puede contar mediante la acumulación de adjetivos y también sumando números sobre números. Números: solo 40 kilómetros contrarreloj individual -más 32 por equipos- en dos porciones separadas por todo el Giro: prólogo de 8,7 kilómetros y última etapa en Milán de 31,5, el 27 de mayo. Tres llegadas en alta montaña -Cervinia, en el valle de Aosta, Alpe di Pampeago y Stelvio, las tres en la última semana- y otras tres en etapas de media montaña -Rocca de Cambio, Lago Laceno, Pian del Resinelli en Lecco, y al menos una decena -ya son el triple que el año pasado- de posibilidades de volata para que disfrute Cavendish y haga brillar su arcoíris.

Más adjetivos. "Será, como siempre, un Giro bonito, pero sin la dureza extrema del año pasado", dice Contador. "Las dos primeras semanas serán más llevaderas, pero con finales nerviosos y bonificaciones. La tercera semana será la decisiva".

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