El Racing se encomienda a Adrián

El gol en el Racing es cosa de Adrián, un síntoma de las carencias titánicas a las que tiene que hacer frente el plantel de Héctor Cúper, que gracias al turbo de Munitis y la multiplicación de Diop a lo largo y ancho del tapete rascó un empate ante un Rayo un tanto edulcorado que fue celebrado como una gesta monumental. Al conjunto cántabro le sobraban los motivos para hacerlo, por más que siga sin ganar y sume puntos de uno en uno: el principal, la ley seca que le negó el gol durante 454 minutos eternos, los que mediaron entre su último acierto, en el estreno liguero en Mestalla, y el de ayer...

El gol en el Racing es cosa de Adrián, un síntoma de las carencias titánicas a las que tiene que hacer frente el plantel de Héctor Cúper, que gracias al turbo de Munitis y la multiplicación de Diop a lo largo y ancho del tapete rascó un empate ante un Rayo un tanto edulcorado que fue celebrado como una gesta monumental. Al conjunto cántabro le sobraban los motivos para hacerlo, por más que siga sin ganar y sume puntos de uno en uno: el principal, la ley seca que le negó el gol durante 454 minutos eternos, los que mediaron entre su último acierto, en el estreno liguero en Mestalla, y el de ayer, ambos de Adrián.

El maleficio se rompió frente a un Rayo mejor y más bonito que no sacó tajada de su dominio y de las diabluras de sus extremos, en especial de Lass, un tormento para Christian. Curtido en mil batallas, Movilla percibió las dificultades del Racing en la salida de la pelota y la descoordinación de la última línea, demasiado adelantada para lo que presionaba. En plena faena de aliño de los de Sandoval, el viejo rockero de Vallecas lanzó el cuero en profundidad para Tamudo, una asistencia en bandeja de plata que el delantero de Santa Coloma, bordeando el fuera de juego, culminó tras dejar por los suelos a Bernardo. En un plis plás, Tamudo dejó una muestra del nivel que le encumbró: tras ganar la posición al central sin arredrarse, como una locomotora sin frenos, ralentizó las pulsaciones solo ante Toño y definió con una vaselina exquisita.

Tumbado en la lona, los argumentos del Racing se reducían a los remates desesperados, más ruido que nueces, de Jairo. La realidad del equipo montañés se antojaba oscura cuando Munitis robó la pelota en el área, la abrió hacia Óscar Serrano y Adrián cabeceó cruzado. El empate no descompuso al Rayo, que siguió tocando y tocando, aprovechando los constantes intercambios de banda de Lass y sus diagonales. El que mejor aprovecha la movilidad del extremo es Michu, que tuvo la victoria en un remate al larguero y en un contragolpe con un testarazo directo a los guantes de Toño.