El pueblo que exportaba brazos

El alcalde de Puerto Serrano busca y financia trabajo en Francia para sus vecinos

Puerto Serrano es un cuidado municipio de la sierra de Cádiz con 7.116 habitantes. Puede presumir de tener una de las poblaciones más jóvenes de Andalucía, pero un porcentaje abrumador no tiene ocupación. La tasa de paro alcanza el 40%, la más alta de la serranía gaditana, y el 50% de los desempleados tiene menos de 20 años. Desde 2007, la caída del ladrillo ha devuelto al pueblo a centenares de jóvenes y hombres de mediana edad que habían emigrado a la Costa del Sol. Al llegar a casa han comprobado que en el campo solo hay jornal para unos pocos. El trabajo agrario de la zona es precar...

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Puerto Serrano es un cuidado municipio de la sierra de Cádiz con 7.116 habitantes. Puede presumir de tener una de las poblaciones más jóvenes de Andalucía, pero un porcentaje abrumador no tiene ocupación. La tasa de paro alcanza el 40%, la más alta de la serranía gaditana, y el 50% de los desempleados tiene menos de 20 años. Desde 2007, la caída del ladrillo ha devuelto al pueblo a centenares de jóvenes y hombres de mediana edad que habían emigrado a la Costa del Sol. Al llegar a casa han comprobado que en el campo solo hay jornal para unos pocos. El trabajo agrario de la zona es precario e inestable y las estadísticas lo revelan. El 70% de los empleados en Puerto Serrano son asalariados eventuales. El alcalde del pueblo, Pedro Ruiz (IU), ha puesto en marcha un plan alternativo: buscar empleo en el extranjero.

El 50% de los desempleados de la población tiene menos de 20 años
El Consistorio paga 150 euros a cada trabajador para ayudar en el viaje
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Poco antes del verano, el Ayuntamiento publicó un bando municipal en el que ofrecía la posibilidad de trabajar en Francia. Harían labores en el campo o en la construcción, ganarían hasta 1.500 euros mensuales y el Concejo negociaría los contratos y el alojamiento. Ya han emigrado más de 60.

El método es sencillo. Los aspirantes se inscriben como demandantes de una vacante y la Administración avisa a los vecinos, en función del trabajo que se oferta, el tiempo que lleven en el desempleo, las ayudas que estén percibiendo y las cargas familiares.

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No se van a ciegas. María Fernández, natural de Puerto Serrano e hija de inmigrantes en Francia en los años sesenta es la intérprete contratada por el Ayuntamiento para cerrar la operación. Ella contacta con los empresarios, concreta las condiciones, revisa los contratos y aprueba el alojamiento. Cada ciudadano que decide marcharse recibe del Consistorio 150 euros para llegar al lugar de destino. El tiempo de preparación es mínimo. El personal municipal les avisa incluso horas antes de la marcha.

Ha llegado uno de los días de partida. En la sala principal del Ayuntamiento, María se apresura a repasar todos los contratos y las direcciones de los bungalós donde vivirán en las próximas semanas o meses un nuevo grupo de vecinos escogidos. "María, ¿dónde vamos?", pregunta despistada Rosario Cadena, de 42 años. "A Francia", contestan a coro desde el fondo del salón. "Eso, me voy a Francia", repite Rosario, solo cuatro horas antes de partir. Viaja con su marido y una hija de 23 años a hacer la vendimia en la región de Medoc. Dormirán en un bungaló, a 20 kilómetros del lugar de trabajo. Entre los tres ganarán 180 euros al día, dinero más que suficiente para salir del atolladero. En Puerto Serrano viven en una casa prestada y pagan las facturas y la comida con la prestación por desempleo que percibe el cabeza de familia. A Rosario no le asusta ni el trabajo en el extranjero ni el idioma. Cuando era pequeña ya hizo la vendimia y el francés lo soluciona con un bonjour y un merci bien ensayado. "Lo demás, se aprende".

Junto a ella viajan otras 15 personas. Se trasladan en sus coches. Por delante, 12 horas hasta la frontera y tres horas más hasta Medoc. Genaro Castillo tiene 37 años. Está casado y es padre de dos hijos (de 16 y ocho años) que permanecerán en el pueblo junto a sus suegros. Viaja a Francia con su mujer, María Jesús, para hacerse con algún ahorro que le permita respirar un trimestre. Una vez en el país vecino, Genaro ansía amarrar un empleo estable para emigrar con toda su familia. "Estoy cansado de estar parado. Este año nos fuimos a hacer la fresa. Me llevé a mi mujer y mis hijos. Ganaba 37 euros al día. Con eso debía pagar el alquiler en Huelva y mi hipoteca de 475 euros aquí en el pueblo", comenta pausado. Su mujer, al lado, ya ha preparado las maletas para esta nueva aventura. Se muestra más animada y optimista, pero no para de achuchar al hijo de ocho años que le repite una y otra vez que no se vaya.

Yasser Martínez y Rosario Salas probaron suerte hace unos meses en la campaña de la naranja, en Valencia. En un mes solo trabajaron ocho días, por lo que tuvieron que regresar. En mayo se marcharon a Francia de la mano del Ayuntamiento y ahora parten de nuevo. Yasser llegó de Cuba hace casi un año. En su país de origen trabajaba en una oficina de empleo, pero desde que se instaló en Puerto Serrano para estar cerca de su pareja, natural del pueblo, solo ha encontrado trabajo 20 días en Francia y las ocho jornadas en el Levante. A lo largo de su vida Rosario ha trabajado de camarera de piso, en el campo y en la limpieza de casas. Desde hace dos años, no encuentra nada.

"No es lo ideal, ni siquiera lo deseable, pero solo trato de dar una salida", concluye el alcalde.

Diez de los vecinos de Puerto Serrano (Cádiz) que salieron para trabajar en la vendimia francesa.EDUARDO RUIZ

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