Análisis:

Tormenta

Los autores de El barco, la serie que triunfa en Antena 3, han defendido la bonanza de su producto con un argumento matemático: sus capítulos tienen casi el doble de planos que cualquier serie española. Que la cuantía de planos sea garantía de bondad no está escrito en ningún sitio. Sería la liquidación del plano secuencia, que, de hecho, ya es casi inencontrable en el cine comercial contemporáneo. Pero algunos cineastas han demostrado ya hace mucho tiempo que la lujuria de planos no es ninguna garantía de calidad. Véase Náufragos de Hitchcock con, por cierto, una fotógrafa repor...

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Los autores de El barco, la serie que triunfa en Antena 3, han defendido la bonanza de su producto con un argumento matemático: sus capítulos tienen casi el doble de planos que cualquier serie española. Que la cuantía de planos sea garantía de bondad no está escrito en ningún sitio. Sería la liquidación del plano secuencia, que, de hecho, ya es casi inencontrable en el cine comercial contemporáneo. Pero algunos cineastas han demostrado ya hace mucho tiempo que la lujuria de planos no es ninguna garantía de calidad. Véase Náufragos de Hitchcock con, por cierto, una fotógrafa reportera que, en el bote salvavidas, tiene un cruel comentario sobre sus propias debilidades. Cuando le cogen la pulsera para utilizarla de anzuelo de pesca comenta que responde por ella "porque a mí me hizo picar".

Pero sí es verdad que la textura de El barco sitúa al espectador en otra zona, distinta a la que uno está acostumbrado a contemplar en producciones televisivas españolas. Otra cosa es que el argumento sostenga todo el rato este esfuerzo narrativo. El episodio de esta semana era particularmente complicado. El barco debía cruzar un ciclón. La tripulación en plena zozobra debía construir unos remos y remar para superar la tormenta. Algunas escenas tenían la épica de Ben-Hur. Y, sin embargo, chocaba la inestabilidad con la que debían batallar los habitantes de la nave con otra escena, paralela, en la bodega, de acoso de un novio majara a la hija del capitán, en plena operación de peritonitis con anestesia local. Ellos vivían la escena, con arponeo final, como si estuvieran en tierra firme. Su territorio no parecía ser el mismo que el resto del barco, donde todo temblaba y caía. La cuestión es que este trabajo, empujado también por El hormiguero que lo precede, ha ganado en audiencia a otro capítulo de Enemigos íntimos (Telecinco) nada menos con los excónyuges Julián Muñoz y Mayte Zaldívar. No sé si el rescate de unos desaparecidos astronautas es heroico, pero desde luego lo es vencer a las trifulcas domésticas de la citada pareja.

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