La 'kale borroka' se ataca a sí misma

Es cierto, como dice Rodolfo Ares, que la kale borroka (lucha callejera o vandalismo terrorista, según quién la nombre) ha caído hasta el nivel más bajo de la historia. Como es cierto también que el incidente más grave de este verano lo sufrió un ex colaborador de ETA. Ocurrió en la madrugada del pasado día 24, cuando unos desconocidos lanzaron un petardo e hicieron una pintada faltona en el domicilio de la familia de Ander Arrue Ayuso.

Ander Arrue, a los ojos de los violentos, cometió dos pecados. El primero, en marzo, cuando en el juicio por el ataque con un artefacto explosivo...

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Es cierto, como dice Rodolfo Ares, que la kale borroka (lucha callejera o vandalismo terrorista, según quién la nombre) ha caído hasta el nivel más bajo de la historia. Como es cierto también que el incidente más grave de este verano lo sufrió un ex colaborador de ETA. Ocurrió en la madrugada del pasado día 24, cuando unos desconocidos lanzaron un petardo e hicieron una pintada faltona en el domicilio de la familia de Ander Arrue Ayuso.

Ander Arrue, a los ojos de los violentos, cometió dos pecados. El primero, en marzo, cuando en el juicio por el ataque con un artefacto explosivo contra un repetidor de telefonía en Mendibil (Álava, en mayo de 2009) rechazó el uso de la violencia e inculpó a su amigo de toda la vida, Jokin Zerain, de haberle entregado el paquete explosivo. El segundo lo cometió cuando abonó el importe de los desperfectos causados por la colocación del artefacto: 6.864 euros.

Dos quebrantos de la ortodoxia que le permitieron que la Audiencia Nacional le condenase a solo un año de prisión en abril pasado al serle aplicada la atenuante de reparación del daño. Jokin Zerain fue condenado, en cambio, a nueve años de prisión.

Lo curioso es que, tras el ataque a la casa de Arrue (al que ya insultaron los familiares de Zerain durante el juicio), nadie de Bildu ni de lo que era Batasuna, nadie de la izquierda abertzale, ha salido a defenderle. Ni lo ha contado Gara. El dato no ha pasado inadvertido, en cambio, a los servicios antiterroristas ni al Departamento vasco de Interior.

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