Los concursos de acreedores suben el 50% en las empresas de Valencia

El tejido empresarial valenciano resiste con dificultades los estragos de la crisis

El conocido grupo hotelero Sidi, con establecimientos en Valencia y Alicante, sucumbió en junio al concurso de acreedores. Lo hizo tras cerrar sus dos hoteles y presentar un Expediente de regulación de empleo (ERE) sobre sus 170 empleados para capear una crisis que parece no tener fin. No fueron los únicos. Los juzgados de lo Mercantil de Valencia recibieron en los seis primeros meses del año un 50% más de demandas de concurso que en igual periodo de 2010, según el Decanato de los Juzgados de Valencia.

Los datos suenan escalofriantes, dado que Valencia es la provincia con un tejido indu...

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El conocido grupo hotelero Sidi, con establecimientos en Valencia y Alicante, sucumbió en junio al concurso de acreedores. Lo hizo tras cerrar sus dos hoteles y presentar un Expediente de regulación de empleo (ERE) sobre sus 170 empleados para capear una crisis que parece no tener fin. No fueron los únicos. Los juzgados de lo Mercantil de Valencia recibieron en los seis primeros meses del año un 50% más de demandas de concurso que en igual periodo de 2010, según el Decanato de los Juzgados de Valencia.

Los datos suenan escalofriantes, dado que Valencia es la provincia con un tejido industrial más denso y menos dependiente de sectores como el inmobiliario o el turístico.

Desde que estalló la crisis financiera, en 2007, la cifra de concurso de acreedores -procedimiento al que se acogen las sociedades con graves problemas de liquidez para aplazar sus pagos- se ha disparado. El año 2008 se cerró con 423 concursos. La situación empeoró de forma alarmante en 2009, con 607 demandas y en 2010, se registraron en los tres juzgados de lo Mercantil de Valencia, 483. De seguir el ritmo del primer semestre, 2011 acabará, según una estimación del Decanato, con 710 solicitudes de concurso.

Por meses, las mayores dificultades en la provincia se cocentraron en marzo, con 80 demandas y junio, con otras 64. Pero el goteo desde enero ha sido continuo. La cantidad de demandas no ha bajado de 45 ó 50 cada mes.

El escenario en Castellón es parecido. Si en 2010 se presentaron 235 concursos de acreedores, en agosto (hasta el día 18), las demandas rozaban las 200. En Alicante, los concursos a lo largo de todo el año pasado fueron 350, y a estas alturas de 2011 suman 141. En Elche se vieron suspendidas de pagos 89 sociedades en 2010 y otras 36 empresas están en igual situación en 2011. En toda la provincia, el año pasado hubo 439 concursos de acreedores y este año, 177.

La prolongada asfixia financiera que arrastran las empresas -bancos y cajas siguen sin abrir el grifo del crédito- y los impagos de las Administraciones Públicas no ayudan, según las organizaciones empresariales valencianas a salir de la depresión económica. Las patronales valencianas llevan meses pidiendo planes de apoyo y medidas que permitan al tejido empresarial valenciano un respiro.La crisis económica "amenaza con llevárselo todo por delante", se lamentan los agentes económicos y sociales. Los anuncios que apenas unos meses realizó el Consell sobre la posibilidad de crear empleo neto a lo largo de 2011 parecen alejarse a la vista de estos nuevos datos económicos y de los recortes anunciados por la práctica totalidad de instituciones públicas. El otoño, con unas elecciones generales convocadas, se prevé duro.

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Para algunas empresas, el concurso de acreedores es solo un paréntesis necesario para recopilar deudas y ordenar su posterior pago. Es el caso del grupo inmobiliario Llanera o Nou Temple. Pero para otras sociedades, el concurso de acreedores es el paso previo a su desaparición. Fue el caso de Omega Urbacivil o de la firma Hotel Palacio de Congresos, propietaria del hotel Hilton de Valencia, que acabó en liquidación. Ahora el inmueble tiene nuevo dueño y está gestionado por la cadena Sol Melià.

Los problemas económico-financieros han dato al traste con centenares de empresas valencianas. Los datos hablan por si solos. En solo dos años se liquidaron en la Comunidad Valenciana cerca de 24.000 sociedades de todo tipo. A principios de 2008 el censo de negocios superaba con creces los 376.000. Esta cifra se vio reducida en tan solo un año a 362.000 y solo 12 meses después a algo más de 352.000.

El ambiente general no puede ser más pesimista. La debacle económica desde que estalló la crisis ha afectado a la Comunidad Valenciana en todas direcciones.

Los informes económicos que llegaban a los despachos oficiales alertaban de que el fiasco económico ni era transitorio ni superficial. Mucha de la industria manufacturera que competía porque producía a costes más bajos que los fabricantes italianos fue barrida por la liberalización comercial y el acceso global a mercados con costes laborales irrisorios. De 2007 a 2010, la destrucción del tejido empresarial valenciano fue elevada y la cifra de empresas activas cayó un 4,4%, porcentaje muy superior al 1,36% que arrojó en el periodo la media española, según los datos del INE.

Lo peor de este triste balance ha sido la destrucción de empleo. El mercado laboral valenciano registraba en 2007 una tasa de paro del 8,55%, ligeramente por encima del 8,47% que era la media española. La Generalitat se marcaba como reto y objetivo de la legislatura (de 2007 a 2011) llegar a una situación de paro técnico -una tasa por debajo del 5%-.

En Castellón bajaba hasta el 6,41%, muy cerca del pleno empleo. La autonomía que preside el popular Alberto Fabra desde hace algo más de un mes tenía el pasado julio menos ocupados que en 2007 pese a que la cifra de trabajadores en activo no ha dejado de crecer. El paro se ha triplicado en estos años.

Con estas expectativas, muchos expertos, los menos optimistas, ya admiten que la depresión va para largo.

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