INTIMIDADES

Ubres, las suyas

Según la temporada del año descubro en mi piel manchitas. Maldito verano y sus dañinos rayos uva. Manchitas oscuras sobre fondo claro. Parezco piel de vaca, vamos. Me da por pensar en qué otras similitudes tendría con tan adorable y exquisito animal. Puedo parir y amamantar. No sé muy bien cómo pero pensando en tan digno y tierno acto me asalta rápidamente el refrán: "Teta que mano no cubre no es teta sino ubre", y también otros bellísimos piropos de la construcción: "¡Eso son ubres, morena!", "¡Ya quisiera yo ser ubre para que me apretaras!", "Niña, tienes unas ubres que ni las vacas de mi pu...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Según la temporada del año descubro en mi piel manchitas. Maldito verano y sus dañinos rayos uva. Manchitas oscuras sobre fondo claro. Parezco piel de vaca, vamos. Me da por pensar en qué otras similitudes tendría con tan adorable y exquisito animal. Puedo parir y amamantar. No sé muy bien cómo pero pensando en tan digno y tierno acto me asalta rápidamente el refrán: "Teta que mano no cubre no es teta sino ubre", y también otros bellísimos piropos de la construcción: "¡Eso son ubres, morena!", "¡Ya quisiera yo ser ubre para que me apretaras!", "Niña, tienes unas ubres que ni las vacas de mi pueblo", "¡Ay!, con esas ubres te ordeñaba yo a bocaos"... Legendarias. ¡Qué sería de la cultura popular sin ellos, nuestros ilustres artesanos! Me observo. Me descubro a mí misma. Me palpo. Me palpo bien. Me aprieto las carnes y acierto a decir que mi tercio de libra trasero está jugoso y tierno. La época de tercio recio quedó en el pasado. Pobre de mí. Para no engañarles he de declarar que, además, me encanta pastar. Tirarme horas en la verde pradera hincando el diente en alguna ramita verde. Deduzco pues que la vaca y yo somos primas hermanas. Con la gran diferencia de que a ella le sientan mucho mejor las manchas, y para ubres, ¡las suyas!

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En