Reportaje:TOUR 2011 | Segunda etapa

El accidentado debut de Amador

El primer costarricense en el Tour resiste a duras penas con un esguince de tobillo

Si hubiera sido tenista, como Nadal, o un futbolista, una infiltración le habría permitido salir al menos del paso, pero Andrey Amador Bikkazakova, de Costa Rica, es ciclista, y, como bien se sabe, un ciclista al que se infiltre está obligado a guardar 48 horas de reposo, con lo que debe abandonar la carrera que dispute. Así que cuatro horas antes del comienzo de la contrarreloj por equipos, mientras sus compañeros del Movistar inspeccionan el recorrido acoplados en sus cabras, el primer costarricense en la historia del Tour devora un buen plato de fusilli blancos (la salsa de to...

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Si hubiera sido tenista, como Nadal, o un futbolista, una infiltración le habría permitido salir al menos del paso, pero Andrey Amador Bikkazakova, de Costa Rica, es ciclista, y, como bien se sabe, un ciclista al que se infiltre está obligado a guardar 48 horas de reposo, con lo que debe abandonar la carrera que dispute. Así que cuatro horas antes del comienzo de la contrarreloj por equipos, mientras sus compañeros del Movistar inspeccionan el recorrido acoplados en sus cabras, el primer costarricense en la historia del Tour devora un buen plato de fusilli blancos (la salsa de tomate, en un bol aparte, la come mojando pan en ella) con el pie izquierdo bien vendado apoyado en un cajón abierto del aparador de su minúscula habitación de un Campanile perdido en medio de Vendée. Es la consecuencia de sus dos caídas en la primera etapa: un esguince que apenas le permite ponerse de pie.

Las Navidades pasadas le robaron la bici y le dejaron inconsciente

Mientras come y mastica, Amador, casi un niño aún, de 24 años, habla pesimista. "No sé, me temo que me soltaré enseguida y que llegaré fuera de control", dice. Y cuando se le anima a tirar de la capacidad de sufrimiento, el sacrificio eslavo, que, se supone, le debe haber transmitido la parte rusa de sus genes -la que ha heredado de su madre, ingeniera que viajó a Costa Rica para una obra y allí se casó-, Amador sonríe triste, inventa una boutade -"lo que llevo en la sangre, entonces, es el hockey hielo, no el ciclismo"- y responde: "No me siento ruso ahora, sino pendejo".

Amador, que vive en Pamplona desde hace años, donde ha madurado como ciclista -un ciclista grande y fuerte, un buen rodador que pasa la montaña y sabe moverse en el pelotón-, y ya ha corrido un Giro, debuta en el Tour por accidente, por las desgraciadas bajas de Tondo, fallecido recientemente, y Soler, quien aún sufre una lenta recuperación de sus lesiones cerebrales en la UVI de un hospital suizo. Son ellos la manifestación más espectacular y última de la sucesión aciaga que parece perseguir al Movistar en su primer año en el pelotón, una racha que comenzó en las Navidades pasadas precisamente en Costa Rica, cuando unos ladrones atracaron a Amador cuando se entrenaba solo. Le robaron la bici y le golpearon dejándolo tirado inconsciente en la carretera y malherido.

Ayer, sin embargo, la historia terminó feliz gracias al esfuerzo colectivo. Los nueve del Movistar terminaron juntos. "Pero mañana ya veremos", dice Amador; "esto duele mucho".

Andrey Amador.LUIS AZANZA

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