Crónica:GIRO | 11ª etapa

Todos entran al juego del líder

La etapa que tanto temía Contador, como si fuera una clásica, se desarrolla con placidez

Así es el melodrama, claro, grandes palabras, gestos desmesurados, amenazas inminentes y final de compromiso en el que las grandes declamaciones se convierten en grandes resignaciones para que el pequeño burgués de la butaca no sufra, no llegue a pensar que los valores sobre los que vive pueden no valer un pimiento, para que el orden no se subvierta.

Así, igualito, en el Giro. Escenas de ópera en la salida, dúos, tríos, solos, coro, junto a las apacibles, tan pequeño burguesas, playas del Adriático. En una esquina discuten a voces altas Giovanni Piva, el director de Cavendish, y Bruno R...

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Así es el melodrama, claro, grandes palabras, gestos desmesurados, amenazas inminentes y final de compromiso en el que las grandes declamaciones se convierten en grandes resignaciones para que el pequeño burgués de la butaca no sufra, no llegue a pensar que los valores sobre los que vive pueden no valer un pimiento, para que el orden no se subvierta.

Así, igualito, en el Giro. Escenas de ópera en la salida, dúos, tríos, solos, coro, junto a las apacibles, tan pequeño burguesas, playas del Adriático. En una esquina discuten a voces altas Giovanni Piva, el director de Cavendish, y Bruno Reverberi, el director de Belletti, que como un moscón le sigue echando en cara cómo el sprinter inglés subió el Etna agarrado a un coche para fastidio de su propio sprinter. El dúo se hace trío cuando entra Roberto Damiani, el director de Petacchi y Scarponi, que cambia de tema y saca a colación la reunión matinal en la que han sido informados por el Giro del dispositivo logístico para el descenso del Crostis el sábado -nada de coches siguiendo a los corredores en una bajada de 20 kilómetros cuyas curvas, que se asoman a barrancos tenebrosos, han sido protegidas con redes y colchones: a los corredores les seguirá una moto por equipo con un mecánico y dos ruedas- y cómo Bjarne Riis, el director de Contador, se hizo portavoz del malhumor general diciendo alto al Giro: "Esto no es una cuestión de seguridad ya, sino de igualdad. Con este dispositivo un corredor puede perder el Giro simplemente por una avería. No es justo. ¿Tan difícil es quitarlo del recorrido?". Y Damiani añade: "También los ciclistas podían pactar bajar agrupados, sin atacarse...".

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Aprovechando que llega Riis, Damiani hace un aparte con el danés y organiza un dúo. "Que sepas", le dice, "que mi equipo, el Lampre, no tirará ni un metro del pelotón, y que vamos a trabajar para haceros la vida dura". Y Riis, desde la superioridad que da la seguridad de tener el mejor juego, susurra en respuesta: "No pasa nada, hoy no pasará nada, no correremos ningún peligro. No nos vamos a estresar lo más mínimo en la etapa para defender la maglia de Contador".

La reunión de los equipos terminó con la mirada baja, resignada de los equipos, que consideran perdida la batalla, ya que creen que hay un acuerdo entre Gianni Bugno, el presidente del sindicato de corredores, y Angelo Zomegnan, el jefe del Giro, quien cuenta, además, con el ok de los mejores ciclistas. "El Giro ha hecho un esfuerzo para garantizar nuestra seguridad y hasta ha pavimentado ciertas partes de la carretera", dijo Contador. "No sé hasta qué punto es necesario hacer el Crostis y seguro que será caótico el dispositivo, pero se ha hecho un esfuerzo y no será mayor problema hacerlo".

El Lampre, como ya se podía adivinar, terminó tirando al final de la etapa -preparando la llegada para Scarponi, quien, congelado por el aliento de Contador en el cogote, no se atrevió a arrancar en la espectacular cuesta final- y Contador, por supuesto, siguió de rosa.

Tras un comienzo movido -"hemos sudado bastante hasta que se ha hecho la fuga", dijo Jesús Hernández, el compañero de Contador-, y una vez aceptada la fuga de 11 -entre ellos, Christophe Le Mével, un francés a poco más de un minuto en la general, y Dani Moreno, un madrileño que llegó solo hasta a falta de 200 metros para la meta, donde fue engullido por el grupo del que había surgido el ganador del día, el oportunista francés John Gadret-, el Saxo no dejó que su ventaja pasara de los dos minutos, con lo que consiguió abrir el apetito de algunos equipos que pensaban en ganar la etapa, como el Farnese y el Androni, para lo cual terminaron ellos tirando del carro. "Todo está bajo control", resumió Riis, uno que, por supuesto, ama el orden.

Gadret celebra la victoria. Tras él, Purito Rodríguez.CARLOS FERRARO (EFE)

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