Reportaje:TELEVISIÓN

Mejor calladitos

Las series, aquejadas del exceso verbal de las estrellas

Ni el nombre de Ashton Kutcher ha sabido cerrarle la boca a Charlie Sheen. "¡Que disfrutes del planeta Chuck. No hay aire ni lealtad ni risas ni cariño!", le dijo el actor de Dos hombres y medio a su reemplazo en referencia a esa serie que ha dejado de ser suya y al productor que le despidió el pasado marzo, Chuck Lorre. En los últimos meses por la boca de Sheen ha salido de todo y ha entrado todavía más elevando el comportamiento juerguista, mujeriego e irreverente de su personaje Charlie Harper a la enésima potencia.

Borracheras continuas, bacanales bien documentadas, acusacion...

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Ni el nombre de Ashton Kutcher ha sabido cerrarle la boca a Charlie Sheen. "¡Que disfrutes del planeta Chuck. No hay aire ni lealtad ni risas ni cariño!", le dijo el actor de Dos hombres y medio a su reemplazo en referencia a esa serie que ha dejado de ser suya y al productor que le despidió el pasado marzo, Chuck Lorre. En los últimos meses por la boca de Sheen ha salido de todo y ha entrado todavía más elevando el comportamiento juerguista, mujeriego e irreverente de su personaje Charlie Harper a la enésima potencia.

Borracheras continuas, bacanales bien documentadas, acusaciones de violencia de género y una drogadicción negada pero nada controlada pusieron en peligro el futuro de una de las pocas comedias capaces en la actualidad de recaudar cientos de millones de dólares en publicidad y sindicación. Una espiral que le costó a Sheen el puesto del actor mejor pagado de la televisión con un sueldo que rondaba los dos millones de dólares (1,4 millones de euros) por episodio y que ahora le fuerza a entender que nadie es imprescindible.

Los ejemplos abundan y cuanto más grande la estrella, mayor el batacazo. ¿Alguien se acuerda de Shannen Doherty? La chica mala de Sensación de vivir llevó su divismo demasiado lejos y quien fue una mezcla de Paris Hilton y Lindsay Lohan en los noventa para 1994 había sido despedida y su carrera, arruinada. Michael Richards también fue un héroe en esa década, el más despistado del grupo de psicóticos neoyorquinos que protagonizaban Seinfeld. Y a él también le perdió su boquita, en su caso por un comentario racista que le convirtió en una anécdota más en los tours de Hollywood que ahora paran ante el club donde habló más de la cuenta.

En el caso de Isaiah Washington fue por un comentario homófobo contra su compañero en Anatomía de Grey, T.R.Knight. Sus disculpas sirvieron de poco, lo mismo que las de Richards. Quizá por eso Sheen prefirió seguir cavando su tumba artística con comentarios que van desde llamar "truño" y cosas peores a Lorre a ese más genérico y amplio exabrupto que le soltó al equipo cuando el productor le pidió que se disculpara: "Este jodido equipo no tendría trabajo de no ser por mí. ¡Que les den por culo!".

El futuro de Dos hombres y medio está por ver, pero Lorre ha dejado claro que este no es el show de Charlie Sheen. El productor ya tenía experiencia callando la boca de esas estrellas que se suben por las ramas cuando acusó de abuso verbal y acoso sexual a Brett Butler, protagonista de la serie Grace Under Fire, en la que ambos trabajaban. Lorre se marchó de la serie para encargarse de Cybill, pero para 1998 Butler estaba despedida y fuera de Hollywood como consecuencia de su adicción al alcohol y los barbitúricos.

Charlie Sheen.

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