Crítica:GASTRONOMÍA | LA SEMANA POR DELANTE

Socarrat

Los arroces cocinados al estilo marinero propician, si los jugos que los acompañan poseen la necesaria entidad, un luminoso caldo, que secado forma una telilla elástica llena de sabor, que es compendio del plato. Si se ha tenido la precaución y el acierto de que los sofritos y demás componentes que configuran la fórmula magistral estén sutilmente tratados, desprovistos de sus partes más groseras, finamente picados y dulcemente sazonados, el líquido resultante se genera cristalino, y su paso al estado sólido carece de grumos y otros molestos escrúpulos que impiden su perfecta degustación.
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Los arroces cocinados al estilo marinero propician, si los jugos que los acompañan poseen la necesaria entidad, un luminoso caldo, que secado forma una telilla elástica llena de sabor, que es compendio del plato. Si se ha tenido la precaución y el acierto de que los sofritos y demás componentes que configuran la fórmula magistral estén sutilmente tratados, desprovistos de sus partes más groseras, finamente picados y dulcemente sazonados, el líquido resultante se genera cristalino, y su paso al estado sólido carece de grumos y otros molestos escrúpulos que impiden su perfecta degustación.

Así nos cuenta Abraham -chef de este Lienzo- que trabaja este producto, con la necesaria paciencia para que todo resulte en su justa perfección.

En un amplio y diáfano local, con signos de decoración que ahondan en las citadas características, se nos brinda una cocina trabajada, con orientación clásica sin perder el paso de la modernidad, y que se configura como una alternativa importante dentro de los restaurantes surgidos en los ajustados tiempos que nos corresponde capear. Tapas, raciones, y platos de mayor enjundia se entremezclan para conformar un menú al gusto del comensal, que puede optar por mezclar productos y tamaños.

Ensaladilla bien clásica a la que se superponen pulpo y verduras en tranchas que los hacen reconocibles y con propio sabor; buñuelos de bacalao mínimos y solventes, en los que -por una vez- predomina el bacalao sobre la patata; callos de ternera con garbanzos y sin pesadez, y un bien escogido rodaballo asado y acompañado de su jugo acompañan al arroz antes descrito en su modalidad del senyoret.

José, al servicio de la sala, nos proporciona -como en él es costumbre- amplias muestras de su conocimiento de los vinos y demás golosinas que atesora.

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