Crítica:MÚSICA | Discos

La voz celestial de Ana Laan

En su tercer disco, dejando atrás la electrónica que le acompañó en los dos primeros, las sutiles canciones de Ana Laan muestran la naturaleza acústica con la que fueron concebidas, como bañadas por un plácido sol. La cantautora madrileña educada en Suecia, eso sí, continúa empleando tanto el castellano como el inglés, las dos lenguas en las que piensa, lo que le lleva a que los temas broten en un idioma o en otro: "No lo planeo, lo que suelo hacer cuando compongo es sentarme con la guitarra, empezar a buscar unos acordes, unos arpegios, y aparece una frase, y puede ser en inglés o en español"...

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En su tercer disco, dejando atrás la electrónica que le acompañó en los dos primeros, las sutiles canciones de Ana Laan muestran la naturaleza acústica con la que fueron concebidas, como bañadas por un plácido sol. La cantautora madrileña educada en Suecia, eso sí, continúa empleando tanto el castellano como el inglés, las dos lenguas en las que piensa, lo que le lleva a que los temas broten en un idioma o en otro: "No lo planeo, lo que suelo hacer cuando compongo es sentarme con la guitarra, empezar a buscar unos acordes, unos arpegios, y aparece una frase, y puede ser en inglés o en español". Desde ahí la canción crece en su propio idioma, aunque piensa que "los temas en inglés tienden a ser más placenteros y más amorosos, y las canciones en español son un poquito más reflexivas, intelectuales o cabreadas". En disco, ambas lenguas conviven en armonía y sin sobresaltos, con unos textos en los que Laan lo mismo escribe sobre cotidianeidades como trata de explicarse a sí misma sus orígenes duales.

Hija de profesor universitario (lingüista) y profesora infantil, Laan creció con la música como elemento cotidiano: "No teníamos televisión y éramos tipo la familia Von Trapp, cantábamos a cuatro voces. Suena cursi, pero era muy bonito, y me alegro de haber tenido una edad en la que he podido vivir eso, hoy creo que sería algo casi imposible, al menos en Occidente". Su padre, además, "tenía muchísimo empeño en mantenernos a mi hermana y a mí conectadas con nuestro país, y nos enseñó desde muy pequeñas muchísimas canciones españolas, además de leernos cuentos, darnos libros españoles; y volvíamos a España casi todos los veranos". Finalmente, en 1984, a los 17 años, se instaló en Madrid, donde, al cabo del tiempo, regresó a la música, estudiando jazz y trabajando como corista para otros. "Siempre fui corista, y lo sigo siendo, es una de las cosas que más me gustan. Me encanta". Luego vinieron dos discos de versiones con dirección de Ramón Leal bajo el nombre de Rita Calypso (un delicioso juego musical) y sus primeros trabajos en solitario, en los que ha ido buscándose hasta encontrarse plenamente en este sobresaliente Sopa de almendras, que asentado en el pop se deja acariciar con sensualidad por el jazz, las costas brasileñas y californianas, y hasta trae ecos de Vainica Doble ("¡casi no las he oído!"). Todo ello envuelto en unos delicados arreglos y unos juegos vocales celestiales.

Pese a todo, Laan no ha logrado que este disco prodigioso llegue a las tiendas, pues tenía apalabrada con Mario Pacheco la distribución con Nuevos Medios, pero, tras su fallecimiento, los planes se han truncado, y la cadena de tiendas que es el último refugio de los artistas autoeditados ha querido ponerlo a la venta. Así que Sopa de almendras solo puede conseguirse desde la web de Laan. "Desde el empaquetado del disco hasta el envío a casa de quien lo compra, todo pasa por mí. Es una locura, aunque venda todos los ejemplares, no recupero lo que me ha costado. Que no tenga distribución ha sido un golpe bastante duro, pero finalmente lo he aceptado, es lo que hay". Un ejemplo más de cómo están las cosas en la música española: una imparable cuesta abajo. Al menos, tales avatares no afectan a la exuberante y sensual belleza musical que encierra Sopa de almendras. Y, al fin y al cabo, eso es lo cuenta, ¿no?

Sopa de almendras. www.analaan.com.