Reportaje:XV FESTIVAL DE JEREZ

El valor del pequeño formato

Es la programación paralela a la del Teatro Villamarta. Las salas Compañía y Paúl han acogido, en esta edición de la cita jerezana, propuestas muy elaboradas que compartían una característica común: el formato reducido en el espacio escénico y en el número de artistas, y un planteamiento tendente al intimismo. Un clima muy propicio si se tiene en cuenta que la audiencia apenas rebasa el centenar de personas y que las funciones comienzan en su mayor...

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Es la programación paralela a la del Teatro Villamarta. Las salas Compañía y Paúl han acogido, en esta edición de la cita jerezana, propuestas muy elaboradas que compartían una característica común: el formato reducido en el espacio escénico y en el número de artistas, y un planteamiento tendente al intimismo. Un clima muy propicio si se tiene en cuenta que la audiencia apenas rebasa el centenar de personas y que las funciones comienzan en su mayoría justo a la medianoche. En algún caso, como el que nos ocupa, se convierten, además, en el espectáculo central de la jornada por descanso del teatro principal.

Para su estreno, Belén Maya había manifestado sus intenciones desde el mismo título. Tres son los pilares de este arte, y a los tres -cante, toque y baile- parecía quererlos poner a un mismo nivel.

TRES

Compañía Belén Maya

Baile: Belén Maya. Cante: Jesús Méndez. Guitarra: Rafael Rodríguez. Palmas: Felipe Mato. Coreografía y dirección artística: Belén Maya.

Iluminación: Ana Yacobi. Puesta en escena: David Montero.

Sala Compañía, 9 de marzo.

Belén Maya actúa un poquito fuera del canon, pero sin olvidarlo nunca

Con la participación de Felipe Mato, que va más allá de poner solo unas palmas, se diría que finalmente fueron cuatro, pero da igual; el propósito no varía en tanto el formato permite el lucimiento de todos los participantes. Entre ellos, en un fenómeno que se extiende ya a obras de mayores dimensiones, se establece más una asociación que la labor de acompañamiento que se supone al llamado "atrás". Es lo que permite que dentro de la obra se contenga todo un recital de cante del jerezano de la Plazuela o que la guitarra de Rodríguez tenga espacios para dejar su sello creativo en solitario o siguiendo un baile que siempre va a fluir en total libertad.

La artista, por su parte, hizo arte del bailar por bailar. Un aparente planteamiento dramático circular -que bien se podría sostener en el mantón y la bata, que en el arranque aparecen sin vida para cobrarla casi al final en la caña de Belén- se rompe en mil pedazos con las bulerías por soleá elegidas para cerrar el espectáculo. Se trata quizás de una muestra más del sello personal que imprime a todo su hacer. Su gramática no puede dejar de ser renovadora, pero encuentra también sus raíces tanto en la disciplina del clasicismo -por ejemplo, en el ejercicio de bata de cola y mantón- como en las picardías de patio que se escapan en las alegrías. Belén, en cualquier caso, hace danza en el silencio o baila siguiendo el rastro que ha dejado un cante recién concluido. Lo sabe buscar para beber de él de la misma forma que encuentra en la guitarra inspiración para hacer volar su figura. Siempre un poquito fuera del canon, pero sin olvidarlo nunca.

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Belén Maya, en un momento de Tres.JAVIER FERGO

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