Humor, música y mucho matarratas

Tiene buena música; encierra una feroz crítica en forma de parodia a la falsa moral de la alta sociedad (la inglesa del XIX no es tan distinta a la de los países occidentales de ahora); tiene mucho de espectáculo gótico; la virtud, el honor y el amor han sido sustituidos por el vicio, la corrupción y el interés; y el público se debate entre morirse de miedo o de risa. Ruddigore o la estirpe maldita es un musical basado en una opereta de William Schwenck Gilbert (1836-1911) y Arthur Sullivan (1842-1900), que tiene en común con algunos espectáculos de este género que todo lo que se oye su...

Tiene buena música; encierra una feroz crítica en forma de parodia a la falsa moral de la alta sociedad (la inglesa del XIX no es tan distinta a la de los países occidentales de ahora); tiene mucho de espectáculo gótico; la virtud, el honor y el amor han sido sustituidos por el vicio, la corrupción y el interés; y el público se debate entre morirse de miedo o de risa. Ruddigore o la estirpe maldita es un musical basado en una opereta de William Schwenck Gilbert (1836-1911) y Arthur Sullivan (1842-1900), que tiene en común con algunos espectáculos de este género que todo lo que se oye sucede en directo. Pero hay otras cosas que este montaje -mañana se estrena en el teatro Fernán-Gómez, donde permanecerá hasta el 19 de marzo- no comparte con los que acostumbramos a ver en las carteleras en los últimos lustros. No es una macroproducción ambiciosa y la falta de recursos económicos se ha paliado con imaginación, talento y una defensa sin fisuras de un espectáculo que, sin epatar, trata de ser diferente. "Estamos especialmente orgullosos de que a gente a la que no le gustan los musicales se haya ido encantada con nuestro montaje", comentan los componentes de la compañía, que consideran que la opereta de Gilbert & Sullivan tiene mucho potencial dramático porque, al estar en la raíz del musical, recoge lo mejor de varios géneros.

'Ruddigore o la estirpe maldita' es un musical basado en una opereta

Hoy, los musicales al uso se acercan mucho al concepto de concierto, dejando aspectos dramatúrgicos un tanto al margen: "Nosotros luchamos por la interpretación y porque este tipo de piezas no se olviden, y lo hacemos desde un trabajo honesto con nosotros mismos y con el público, sin olvidar que nos gustan muchos los retos", dicen los componentes de Egos Teatre, todos egresados de una misma promoción del prestigiado Instituto del Teatro de Barcelona.

El montaje es una auténtica creación colectiva, aunque figuren como responsables del texto Rubèn Montañá y Toni Sans (y de las canciones junto a Albert Mora y Maria Santalluisa) y, a su vez, los cuatro sean actores junto a Anna Alborch, Lali Camps y el pianista Francesc Mora. Todos trabajan bajo la batuta y dirección escénica de Joan Maria Segura Bernadas. Un elenco que conforma este gran escaparate de antihéroes, cuya simplicidad y mediocridad llegan a ser puestas en evidencia en un desenlace final que no es, ni mucho menos, feliz.

El montaje es una versión libre y respetuosa de Ruddigore or the witch's curse, una de las obras más conocidas de Gilbert y Sullivan, considerados padres del musical contemporáneo. Lo que sí se respeta es la historia de la estirpe de los barones de Ruddigore, que está maldita, ya que todos los que heredan el título nobiliario están obligados a cometer un crimen diario si no quieren morir en terrible agonía. Situación que aprovecha el vecindario para convertir el pueblo en un lugar turístico. En definitiva: un musical lleno de humor, amor, muerte, traición y matarratas. Mucho matarratas.

Conocida también como La ópera sobrenatural, la versión de Ruddigore... de Egos Teatre está marcada por un potente dinamismo que ya subyugó a crítica y público en su anterior etapa, antes de esta versión en castellano.