Un taller artístico se une a la terapia mental en Córdoba

Que quede claro desde un principio. La experiencia artística no cura, pero puede ayudar a las personas. Y mucho. Esteban Ruiz está convencido de que crear una obra mejora a quienes sufren. Lleva años trabajando en este sentido en Francia. Y ahora, lo ha hecho en Córdoba, con pacientes que padecen trastornos mentales graves y alteraciones de la conducta alimentaria. El proyecto Taller de Arte y Terapia, que él dirige, ha trabajado con una docena de usuarios de la Unidad de Rehabilitación de Área del hospital de día Los Morales.

El objetivo de esta iniciativa es complementar las intervenc...

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Que quede claro desde un principio. La experiencia artística no cura, pero puede ayudar a las personas. Y mucho. Esteban Ruiz está convencido de que crear una obra mejora a quienes sufren. Lleva años trabajando en este sentido en Francia. Y ahora, lo ha hecho en Córdoba, con pacientes que padecen trastornos mentales graves y alteraciones de la conducta alimentaria. El proyecto Taller de Arte y Terapia, que él dirige, ha trabajado con una docena de usuarios de la Unidad de Rehabilitación de Área del hospital de día Los Morales.

El objetivo de esta iniciativa es complementar las intervenciones farmacológicas y psicoterapeutas que reciben los pacientes para, a través del arte, intentar mejorar su patología, su autoestima y, en definitiva, su calidad de vida. El resultado del trabajo puede verse desde ayer en una sala del Jardín Botánico de Córdoba.

Uno de los participantes ha sido Pedro Herrera, de 30 años. Para él, la música es un refugio donde puede olvidarse de su anorexia. Cuando escucha sus temas favoritos, halla un hueco donde estar tranquilo. Lo mismo le ha pasado en el taller de Ruiz. Y por eso, cuando el monitor sugirió a los participantes diversos temas sobre los que hablar a través de la creación, Pedro escogió la música. Los otros dos campos fueron la fauna y el mar. De hecho, todas las esculturas de escayola expuestas y obra de los pacientes están pintadas de un azul añil muy mediterráneo.

Calamares, rayas, cocodrilos, tortugas, camaleones, guitarras, pianos y águilas. Una veintena de piezas azules habitan la sala cedida por el Jardín Botánico para exponer las obras. Todos los pacientes han trabajado en todas las piezas de alguna u otra forma, dicen los organizadores. Y a Carmen Montes, una de las participantes, le ha venido bien. "Puede que luego vuelvas a recaer, pero en el momento en que lo estás haciendo, te olvidas de todo y te sientes mejor", dice Montes.

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