Iglesias, Rubalcaba y Blanco sellan en secreto la paz con Tomás Gómez

Los partidarios de Trinidad Jiménez temen que la federal les deje a su suerte

Madrid sigue siendo prioritario en la agenda electoral del PSOE y de su secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero. Una vez que la dirección federal ha digerido el triunfo en elecciones primarias de Tomás Gómez frente a la candidata de la mayoría de la cúpula socialista, Trinidad Jiménez, ahora todo el aparato del partido se volcará en apoyar al líder del PSM. Pero hay heridas muy profundas por restañar. A esa tarea se ha puesto desde el lado federal el nuevo secretario de Organización, Marcelino Iglesias, ajeno a esa batalla, pero también dos de los principales adversarios de Tomás Góme...

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Madrid sigue siendo prioritario en la agenda electoral del PSOE y de su secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero. Una vez que la dirección federal ha digerido el triunfo en elecciones primarias de Tomás Gómez frente a la candidata de la mayoría de la cúpula socialista, Trinidad Jiménez, ahora todo el aparato del partido se volcará en apoyar al líder del PSM. Pero hay heridas muy profundas por restañar. A esa tarea se ha puesto desde el lado federal el nuevo secretario de Organización, Marcelino Iglesias, ajeno a esa batalla, pero también dos de los principales adversarios de Tomás Gómez durante estos dos últimos años: Alfredo Pérez Rubalcaba, vicepresidente primero del Gobierno, y José Blanco, ministro de Fomento y vicesecretario general del PSOE.

Han acordado hacer mítines juntos en la campaña electoral

En las dos últimas semanas los tres han celebrado encuentros discretos con Gómez. La semana pasada fue Blanco quien se reunió con el candidato socialista a la presidencia de Madrid. El pasado martes, día festivo en Madrid, y antes de la reunión del Consejo Territorial del PSOE, Marcelino Iglesias se estrevistó con Gómez a solas durante hora y media y a continuación José Blanco se unió al encuentro. Y anteayer mismo Rubalcaba y Blanco almorzaron con el líder del PSM.

La brecha que llegó a abrirse entre Gómez y el núcleo duro de la ejecutiva federal explica las horas de conversación necesarias para cerrarla. Ambas partes aseguran que las relaciones empiezan a ser fluidas y que en esas reuniones han dedicado mucho tiempo a hablar de la estrategia electoral. Pero también de la situación interna.

Marcelino Iglesias ha asegurado a Gómez que tendrá todo el apoyo del partido y que todos deben pasar página para enterrar los enfrentamientos. También lanzó otro mensaje: "Sin un partido unido y cohesionado no se podrán ganar las elecciones en Madrid". Según el entorno de Iglesias, este busca que el líder del PSM haga una política integradora y no arroje a los infiernos a quienes respaldaron la candidatura de Trinidad Jiménez. Precisamente estos últimos observan con inquietud el acercamiento de la dirección federal a Gómez; recuerdan que se lanzaron contra la candidatura de Gómez impulsados por la ejecutiva federal, y ahora nadie les defiende cuando Gómez les deja fuera del recién creado comité electoral.

Marcelino Iglesias tuvo varias conversaciones con Gómez tras conocer esa exclusión, sobre la que ya no se puede hacer nada. Sí intervino con éxito ante la petición del líder del PSM al alcalde de Getafe, Pedro Castro, candidato a la reelección, para que se retirara porque las encuestas no le favorecían. Exactamente lo mismo que Castro le había dicho a él para que cediera el testigo a Trinidad Jiménez. Esta petición fue formulada después de que el comité federal del PSOE avalara la candidatura de Gómez junto a las demás.

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Iglesias quedó satisfecho de la reacción de Gómez, en tanto que el sector del PSM que se siente marginado por el secretario general proclama que las palabras no se corresponden con los hechos y teme la expulsión de todos los que apoyaron a Jiménez.

Mientras tanto, para demostrar que están dispuestos a olvidar el pasado, los dirigentes del PSOE y Gómez han convenido hacer mítines juntos. Rubalcaba y Blanco subirán a la tribuna para pedir a los madrileños que voten a quien hasta hace poco consideraron candidato no deseado.

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