El fiscal cree loco al asesino de una mujer en Paiporta

El acusado asegura en el juicio que las chicas lo querían envenenar

Mohamed Alimoussa dijo ayer ante el tribunal de la sección segunda de la Audiencia de Valencia que Carolina Planells y Susana Pérez lo grababan, le habían metido un cristal en la cabeza y le echaban polvos en la bebida para controlarlo. A Carolina, con 23 años, la asesinó el 11 de enero de 2009. A Susana, con 29 años, la dejó malherida aquella misma noche. Usó un cuchillo de grandes dimensiones que compró expresamente para matarlas. Llegó a Paiporta, donde las chicas tenían un bar, desde Murcia.

Las esperó escondido. Pasaban de las 23.30 cuando las jóvenes cerraron su negocio. Se dirigi...

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Mohamed Alimoussa dijo ayer ante el tribunal de la sección segunda de la Audiencia de Valencia que Carolina Planells y Susana Pérez lo grababan, le habían metido un cristal en la cabeza y le echaban polvos en la bebida para controlarlo. A Carolina, con 23 años, la asesinó el 11 de enero de 2009. A Susana, con 29 años, la dejó malherida aquella misma noche. Usó un cuchillo de grandes dimensiones que compró expresamente para matarlas. Llegó a Paiporta, donde las chicas tenían un bar, desde Murcia.

Las esperó escondido. Pasaban de las 23.30 cuando las jóvenes cerraron su negocio. Se dirigieron al coche. Cuando aún no habían acabado de entrar en él, Mohamed Alimoussa atacó con el cuchillo a Susana. Estuvo 16 días ingresada, ocho de ellas en la unidad de reanimación. Tardó un año en recuperarse físicamente. Psicológicamente, no lo está aún. Ayer entró en la sala y antes de empezar a declarar rompió a llorar. No dejó de hacerlo mientras estuvo ante el tribunal.

Carolina Planells quiso huir cuando Mohamed Alimoussa irrumpió en el coche. Salió corriendo. Él la siguió y la atrapó. La mató de varias puñaladas. Abandonó el lugar al comprobar que varios vecinos, alertados por los gritos de la joven, salieron a las ventanas y gritaban auxilio.

La fiscalía pidió ayer el internamiento para el acusado durante 34 años por sufrir una alteración mental, un delirio con ideas místico-religiosas.

La sala de la sección segunda se quedó ayer pequeña. Vecinos, amigos y familiares de las víctimas acudieron a la vista. El juicio quedó visto para sentencia y la sesión se cerró con gritos e insultos hacia el acusado. El público, incluso, llegó a aplaudir algunas de las manifestaciones de la acusación popular, con mensajes con el origen del acusado como centro.

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