Esperando a Eva

Libre como es para dar forma a sus pulsiones creativas, los estrenos de Yerbabuena se llenan de incógnitas. Su universo se puebla de sueños y fantasías con los que construye un entramado cada vez más teatral, aunque -como en este caso- el hilo narrativo de la obra no quede expresado con lo que ocurre sobre las tablas.

Una serie de cuadros que se perciben independientes pueden gozar de mayor o menor fortuna, pero en nada ayudan a la comprensión del mensaje que se supone implícito. Surge así una obra formalmente perfilada, pero que narrativamente no despeja la incógnita inicial.

Pe...

Libre como es para dar forma a sus pulsiones creativas, los estrenos de Yerbabuena se llenan de incógnitas. Su universo se puebla de sueños y fantasías con los que construye un entramado cada vez más teatral, aunque -como en este caso- el hilo narrativo de la obra no quede expresado con lo que ocurre sobre las tablas.

Una serie de cuadros que se perciben independientes pueden gozar de mayor o menor fortuna, pero en nada ayudan a la comprensión del mensaje que se supone implícito. Surge así una obra formalmente perfilada, pero que narrativamente no despeja la incógnita inicial.

Pero, claro, con esta artista ocurre que un solo baile puede llegar a disipar todas las dudas. Es lo que casi provocó su inicial soleá rematada con una bulería, que con los hombros renovó su sintaxis del género. Luego llegarían más bailes: los tangos, muy tradicionales y sabrosos, y la serrana final. Pero su aportación no terminó de transmitir lo que de ella esperábamos. Puede que, así, más de uno -ya sea por cantidad o por otras sensaciones- nos quedásemos como esperando a Eva.

Cuidadas coreografías

Pero los espectáculos de Yerbabuena van más allá de su propio baile. Ella controla todos los aspectos y hay que destacar de forma especial el coreográfico. En esta obra, Eva ha creado unas coreografías que funcionan por sí solas y que van de la festiva feria, con múltiples lucimientos, al tenebroso reñidero. Su cuerpo de baile se ha convertido en una prolongación de ella misma, tal es la forma como traduce sus ideas. Y el cante: no se concibe una obra de Eva sin su cuidado y exquisita elección, y esta vez -la malagueña o el recuerdo a Bambino, entre otros momentos- no fue la excepción.

Sin olvidar la música: el trabajo compositivo de Paco Jarana es de los mejores que recordamos. Aunque hubo más: qué hermosa pieza la que acompañó a la masculina pelea de gallos. Son aspectos que brillan en una obra que tiende a la oscuridad.