Una melé frente a Mercavalencia
El furgón de Clóchinas Emilio se convirtió ayer en el fiel de la balanza que la huelga general situó ayer frente a las puertas de Mercavalencia. En un lado, cerca de 250 integrantes de los piquetes de UGT, CC OO, Intersindical y CGT. En el otro medio centenar de agentes policiales, que intentaron abrir paso al angustiado pescadero, empeñado en no retrasar la descarga de su valioso -y perecedero- cargamento. El resultado fue una melé, como las del rugby, que ganaron los sindicalistas y perdió Emilio, que se llevó además algunas abolladuras y un par de pilotos del furgón rotos. En el equi...
El furgón de Clóchinas Emilio se convirtió ayer en el fiel de la balanza que la huelga general situó ayer frente a las puertas de Mercavalencia. En un lado, cerca de 250 integrantes de los piquetes de UGT, CC OO, Intersindical y CGT. En el otro medio centenar de agentes policiales, que intentaron abrir paso al angustiado pescadero, empeñado en no retrasar la descarga de su valioso -y perecedero- cargamento. El resultado fue una melé, como las del rugby, que ganaron los sindicalistas y perdió Emilio, que se llevó además algunas abolladuras y un par de pilotos del furgón rotos. En el equipo rival, un miembro del piquete resultó con el hombro dislocado y fue atendido por el Samu. Sin embargo, en la segunda parte cambiaron las tornas y los piquetes, que estaban bloqueando el paso a Mercavalencia desde las 22.30 del martes, perdieron el partido a la 1.20 de la madrugada. La clave estuvo en que los mandos policiales sustituyeron a los reservas por los titulares, que eran nada menos que los acorazados antidisturbios que venían entrenados ya del polígono de Vara de Quart de Valencia, donde habían dado paso a las furgonetas de los distribuidores de prensa. Así que aterrizaron, desplegaron sus armaduras, dieron un par de meneos -un sindicalista fue arrojado con saña a una distancia no inferior de cuatro metros- dividieron los piquetes y abrieron paso al satisfecho Emilio. Tras las clótxines entraron alrededor de 14 trailers, en su mayoría de pescado, entre gritos y abucheos de los sindicalistas, que quemaron unos pocos neumáticos en los accesos y arrojaron banderines y latas a los camioneros que entraban en Marcavalencia. A las tres de la madrugada el trabajo estaba hecho. Mercavalencia se había paralizado -la empresa reconoció que la actividad había sido de un 45% o un 55% respecto a un día normal-, la policía había dejado entrar a quienes no querían perder su pescado y los sindicatos habían logrado un seguimiento de la huelga notable. Era el momento de tomar un bocata y proseguir el camino.